Lo inevitable ha sucedido, lo siento...

Soy otro mártir de la rutina, soy el eterno visitante de un cielo abierto que me ha quemado el corazón. Ya no son conjeturas: la distancia -real o ficticia- dicta al olvido.

¡Qué falta de respeto! Resulté maleducado porque la biología extinguió siempre a mis lágrimas, porque las gotas fueron cediendo al vilo de tu nombre que no volvió a decirse con vivaz entusiasmo.

Un día el alma entendió que el cielo no te regresaría a la tierra, que por más que mirara a las nubes, te escaparías. Las deidades fueron cautas para impedir que el horizonte dejara volver a sus nuevos habitantes de forma física, sólo nos podían visitar como recuerdos, sólo serían espíritus libres, si no los olvidábamos.

No tan pronto, dejé de mirar a las estrellas..., supe que la luz del ente que viajaba a mi vista -en realidad- no estaba allí, era una bonita caprichosa ilusión que le daba fe a lo que iluminó gratamente a mi vida. Allá, en lo recóndito, está tu brillo.

Hay fechas en que se me vuelve imperceptible, bien sea porque no miro hacia arriba, o porque cuando trato de hallarlo, algo me impide converger con el orbitante olvido de tu estela.

El cielo tiene sus trampas, Dios tiene a sus favoritos y los humanos vamos acercándonos a las nirvanas sin darnos cuenta que -en cualquier momento- nos mudamos allí... vivir, le dicen, otros lo llaman de forma contraria.

Hay noches donde la luna me basta para saberte, otras en las que la lluvia tiene tu aroma y existen amaneceres donde el insomnio resplandece tratando de hacerte realidad con una alarma que se enciende para ponerme los pies en la tierra.

Lo preocupante es que -a veces- la ilusión es real, hay ocasiones donde me permito sacarme de encima el peso del olvido y me dedico a continuar con mi trucada realidad, llegan instancias donde el cielo está en el mismo sitio y se me olvida ponerle un ojo a las posibles aberturas del espacio-tiempo, tengo fechas donde estaba tan apurado, distraído, atareado, cohibido, que no miré a ver si aún estabas allí.

Discúlpame, no lo hice adrede, yo planifiqué que la culpa jamás se marchara, pero los nuncas tienen excepciones y se cuelan en medio de ocasiones donde las más bella estrellas se pierden del firmamento.

Jamás pensé que hubiese algún motivo que me hiciera olvidar buscarte en el cielo y me siento terrible porque te prometí que cada día miraría a las nubes, acechando a que un milagro te regresara conmigo. Lamento no erguir siempre la cara a tu búsqueda y tener la mirada concentrada en cosas no tan brillantes.

Perdóname... pero ten en cuenta que -aunque remotamente no siempre estés en mi mente- cuando rezo, cuando tengo mucho miedo, cuando no sé que hacer, cuando quiero que algo se me haga realidad, cuando estoy por rendirme, cuando estoy enfermo, cuando desfallece la esperanza, eres el primer bálsamo con que oxigeno a mis pensares para que le dé cordura a mi energía.

A veces olvido que estás en el cielo, pero siempre recuerdo que tu nombre es el único sonido que me da remedios para aliviarme de lo que creo que es imposible.

Gracias por ser una estrella, tanto fugaz, como recurrente. Gracias por volverte real cada vez que lo necesito.

The inevitable has happened, I'm sorry....

I am another martyr of routine, I am the eternal visitor of an open sky that burned my heart. It is not conjecture anymore: distance -real or fictitious- dictates oblivion.

What disrespect! I turned out to be rude because biology always extinguished my tears, because the drops were yielding to the vile of your name that was never said again with lively enthusiasm.

One day the soul understood that heaven would not return you to earth, that no matter how much it looked at the clouds, you would escape. The deities were cautious to prevent the horizon from letting its new inhabitants return in physical form, they could only visit us as memories, they would only be free spirits, if we did not forget them.

Not so soon, I stopped looking at the stars..., I knew that the light of the entity that traveled to my sight -in reality- was not there, it was a beautiful whimsical illusion that gave faith to what pleasantly illuminated my life. There, in the recesses, is your brightness.

On certain dates it becomes imperceptible to me, either because I do not look up, or because when I try to find it, something prevents me from converging with the orbiting oblivion of your wake.

The sky has its traps, God has his favorites and we humans are approaching nirvanas without realizing that -at any moment- we move there... living, they say, others call it the opposite.

At some nights the moon is enough for me to have you, the rain has your scent and there are dawns where insomnia shines trying to make you come true with an alarm that goes off to put my feet on the earth.

The worrying thing is that -sometimes- the illusion is real, there are occasions where I allow myself to shake off the weight of oblivion and I dedicate myself to continue with my tricked reality, there come instances where the sky is in the same place and I forget to keep an eye on the possible openings of space-time, I have dates where I was so rushed, distracted, busy, self-conscious, that I didn't look to see if you were still there.

Forgive me, I did not do it on purpose, I planned that the guilt would never leave, but the nevers have exceptions and they slip in the middle of occasions where the most beautiful stars are lost from the firmament.

I never thought there was any reason that would make me forget to look for you in the sky and I feel terrible because I promised you that every day I would look up at the clouds, waiting for a miracle to bring you back to me. I'm sorry I don't always upright my face to your search and keep my eyes focused on things not so bright.

Forgive me... but consider that -although you are not always remotely in my mind- when I pray, when I am very afraid, when I don't know what to do, when I want something to come true, when I am about to give up, when I am sick, when hope fades, you are the first balm with which I oxygenate my thoughts to give sanity to my energy.

Sometimes I forget that you are in heaven, but I always remember that your name is the only sound that gives me remedies to relieve me of what I think is impossible.

Thank you for being a star, both shooting and recurring. Thank you for becoming real every time I need it.