Se designa con el término de animal a todos aquellos seres vivos que sienten y se mueven por su propio impulso, pero que se diferencian de los seres humanos lisa y llanamente por la falta de razón.

Fuente de la cita

Sin embargo, difiriendo del término anterior, yo agregaría que muchos animalitos tienen más conciencia y alma que los mismos seres humanos, quienes a veces en un derroche de crueldad y mala vibra, logran dañar todo lo que les rodea con su comportamiento, colocando a los animales en una posición mucho más elevada pues, estos últimos si tienen bien definido lo que es la fidelidad y el amor.

Las mascotas son esos pequeños seres que nos llenan cada día de cariño y muchisima ternura. Nos brindan un amor incondicional, muy a pesar de que en algún momento, lleguemos a no ser muy buenos y amables con ellos. No hay nada más fiel y tierno que una mascota, sobre todo los perritos. En mi caso, no he sido de tener muchos a lo largo de la vida. Nunca me han gustado más mascotas que los perros. Los gatos no son de mi agrado, en realidad me parecen lindos pero de lejos, y admiro su belleza más no la vibra que me transmiten.

En mis recuerdos solo están dos perritos que tuvimos en mi niñez. Vivíamos en el estado Yaracuy, uno de ellos era Ginger, una especie de mezcla entre dos razas que no recuerdo, quizás haya una foto de él por alli en algún album guardado en mi casa original, la casa de mi madre. Ginger era de patas cortas, negro y marron, muy avispado y querendón.

Blacky era un perrito muy cuchi de raza muy pequeña, tipo terrier pero mestizo, blanco y negro, de esos que los pelitos le tapan los ojos, muy lindo y dulce. De ellos tengo vagos recuerdos de la niñez, eran perritos muy fieles y queridos.

De mi época adulta recuerdo a los perros en la casa de mi madre, puras niñas en su mayoría, a las cuales quien le ponía los nombres era yo: Muñeca, Princesa, Laika, Afrodita y Canela, todas con segundos nombres pues, las consideraba un miembro más de la familia, no unos simples animales. Un día llegaron a casa un par de perritos muy pequeños, de un mes de nacidos, eran hermanitos, como siempre me dieron la tarea de colocarle sus nombres: a una la llamé Laika Josefina y al otro, el macho, Trueno José. Me encariñé con Trueno José desde que lo ví. Un perro muy parecido a los rottweiler pero mestizo. Le puse ese nombre por otro perro que hubo en casa de mi madre y que si era un rottweiler puro, Trueno se le parecía mucho.

De Trueno me enamoré desde que lo ví, esa mirada tierna, penetrante pero a la vez muy dulce, enseguida se adueñó de mi atención. Lo cuidé como ningún otro cachorro en mi vida, es increible como un pequeñito ser puede apoderarse de tu atención y ganarse tu afecto. Trueno José creció siendo un animalito muy inteligente. Siempre lo he comparado con una persona pues, es tan o más inteligente y educado que muchos seres humanos que conozco.

Trueno José es un vigilante en potencia, no es un perro agresivo ni nada que se le parezca. Sin embargo, siempre está atento de cualquier ruido, anormalidad o gente extraña que pueda aparecer por nuestra casa. Y te habla de cierta manera cuando quiere algo, es muy inteligente. Ya no concibo los dias en casa sin él. Es ese integrante de la familia que cuando no esté, nos va a hacer demasiada falta por todo lo que significa para nosotros.

Las mascotas son esa parte del grupo familiar que se incrusta en el corazón y llegan a tener una parte muy importante y significativa de tus sentimientos. Cuidémoslos como lo que son: un miembro más de nuestra familia. Si bien es cierto que la situación económica nos ha apretado el bolsillo haciendo que disminuyamos la calidad de vida en todos los aspectos, jamás pensemos en abandonarlos ni tirarlos a la calle, en tal caso, busquémosle un hogar donde los reciban con el mismo cariño con que vivieron a nuestro lado.