Lagrimas dulces y amargas

Miraba Elena el cielo y las lágrimas corrían por sus mejillas mientras liberaba un par de globos azules, ella desde su dolor y su nostalgia observaba como se elevaban y poco a poco el viento les hacía tomar rumbos distintos a ambos, mientras su mente se fundía en recuerdos que le hacían tener sonrisas y lágrimas de momentos.

Elena sentía como sus emociones eran como la montaña rusa y variada como una bolsa de caramelos de colores.

Hacía ya 1 año que su pequeña María había muerto y para celebrarlo ella elevaba unos globos al cielo que era lo que a la niña más le gustaba, la niña padeció de cáncer desde muy pequeña y esta terrible enfermedad la arrancó de su lado a los 5 años de edad dejando el dolor más terrible dentro de su corazón y el vació más grande de su vida, desde hace ya un año sus ojos no dejan de llorar a cada momento y dejando al aire salir todo aquello que la enfermaba, todo aquello que de alguna manera la hacía sentir culpable.

Esa mañana Elena lloró pero agradeció también que su hermosa princesa no sufriera más, ahí también demostraba ese amor vacío de egoísmo.

Dolida y muy triste, secó sus lágrimas y con pasos lentos y dolorosos regresó a casa

Esa misma tarde Elena se vistió, se puso hermosa, dejó la cena lista para la celebración que tendrían esa tarde, tomó su carro, y salió con su familia, su esposo Arturo y su hija Alcira quien deslumbraba de alegría.

Mucho rato después, Elena alzaba sus brazos y reía y aplaudía pues un hija mayor recibía su título de la escuela secundaria con honores dentro de la misma, Elena no podía evitar que sus lágrimas salieran llenas de felicidad por Alcira pero muy dentro el dolor de la perdida de María.

La vida le había enseñado que había un solo mundo y que este estaba lleno de momentos, de situaciones, de contrastes y este instante le reafirmaba que era así, lagrimas dulces, amargas llenas de felicidad y tristeza.

Solo debemos seguir, y nunca detenernos.