La soledad de los aplausos

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Nereida, llena del esplendor de la noche, entre aplausos, luces, maquillaje, disfruta de otra presentación entre quienes le admiran por su voz, aunque ya un poco ronca por el pasar de los años, aún conserva esa magia de cautivar con cada nota que de su boca sale.

40 años de carrera, 40 años de pisar los escenarios más famosos de América y Europa, le vieron brillar sin ninguna limitación, aplaudirle como se lo merecía, ser la artista más reconocida por su destacada voz y esa personalidad que la hacía brillar entre todas las cantantes de su época.

Nunca se casó, nunca pudo tener hijos, dedicó su vida a lo que amaba, cantar, estar en escenarios famosos donde poder regalar ese don que había recibido desde pequeña y la habían llevado a tocar el techo de la popularidad.

Los aplausos no cesan de manifestarse, esa noche, la siente suya, su voz ha sido nuevamente protagonista al interpretar melodías que su público pidió, y aquellas que le hacían recordar los amores furtivos y los amores que marcaron huellas en su piel y su alma.

Nereida al levantar su mirada luego de una reverencia como lo hace desde hace 4 décadas mostrándole respeto a su público, puede contar la concurrencia, son 9 personas, si apenas 9 personas que esa noche se ven entre las tenues luces y entre el humo del cigarrillo que se esparce en el lugar.

Decepcionada sonríe y con su mano en alto se despide esa noche de su público quizás dejando salir una lágrima que recorre su mejilla lentamente.

Al caminar a su camerino puede sentir el peso de los años en su espalda, y el cansancio en su andar, entra y nuevamente se ilumina todo, y ese ramo de rosas rojas que noche a noche ha llegado a su espacio, regalo de algún desconocido que optó por costumbre no dejar de enviarla; como siempre toma una flor con sus dedos y acercándosela a la nariz percibe el olor más sublime que ha podido captar ese día, provocando una dulce sonrisa en su boca.

Nereida empieza a desmaquillarse y la huella de los años comienza a descubrirse una a una, haciendo que en ellas se noten los años que dedicó a la música, al escenario, al espectáculo y ver que de todo aquello solo conserva las rosas que noche a noche llegaron, siendo lo único que le hace sentirse parte de algo o de “alguien”.

Se cambia de ropa, toma sus flores, apaga las luces y sale, se despide de quien le abre la puerta quien le dice “buenas noches Doña Nereida” recordándole que aún es llamada “Doña” por algunos.

La noche es oscura, lluviosa, triste, con pasos lentos, recorriendo su vida en lo que se ha convertido, en la soledad y la pobreza que la acompañan.

Introduce la llave en la cerradura notando que sus manos tiemblan más que nunca, entra y enciende las luces, da un breve vistazo a lo que es su hogar y al colocar las flores en un vaso con agua se deja caer un pequeño papel de que dice “Feliz cumpleaños mi querida Nereida”, haciendo inmediatamente recordarle y hacerla llorar a algo que quiso todo el día olvidar.



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Buenas. Su post ha sido propuesto para ser votado a lo largo del día por el witness @cervantes. Un saludo

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