En el Olvido

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Rubén mira a lo lejos, su mirada como hipnótica ve como las olas se rompen en la orilla y dan ese sonido que para él es tan relajante, el sol empieza a desaparecer lentamente y sus pensamientos para ese momento son casi inexistentes, le es fácil de unos años para acá, entrar en ese vacío mental que le aleja de su mundo en ocasiones.

Un repicar de su teléfono lo saca de ese estado tan relajante para ver un mensaje de su hijo.

“¡Hola papá¡ ¿Cómo están?”

A lo que rápidamente Rubén responde:

“¡Todos bien hijo, viendo el atardecer¡”

Este mensaje hace que la mente de Rubén se vaya años atrás y por momentos vuelva a ver a sus dos hijos corriendo por la playa, riendo y siendo felices como siempre lo había soñado.

-Te acuerdas Teresa como los niños corrían por esas orillas, haciendo de nosotros los padres más felices. Recuerdas como debíamos comprar trajes de baño cada vez más grande, jajajajaja ya que crecían como gallos.

Hace una pausa y prosigue

-Creo Teresa, que de todos los tiempos de estos 40 años de matrimonio esa época es de mis favoritas, verlos crecer tan rápido, verlos comer como animales y hacerse hombres, esa época sí que me gustó. Claro también te diré que esa época de locos de la universidad, jajajaj recuerdas los años despertando temprano para darles desayuno y se llevaran la comida, luego dejarlos en la universidad hasta que le pudimos comprar el carro.

Rubén tomando la mano de teresa sigue recordando las etapas de la vida que ese mensaje le ha traído a la mente.

-Ay Teresa cuantas cosas y orgullos nos han traído nuestros hijos, Las graduaciones, los premios en deportes, sus bodas¡ ¡las Bodas¡ ¿te acuerdas como corrimos para poder comprar esas palomas para el matrimonio de Carlos?, eso sí que fue extremo¡ y a tí se te despeinó el cabello con esa brisa fuerte de la playa ese mismo matrimonio.

Rubén mira el horizonte recordando y de vez en cuando mira a Teresa y ve como en su rostro aun con el paso de los años sigue siendo esa misma hermosa y encantadora mujer que había sido cómplice de tantas historias.

-También recuerdo Teresa cuando Carlos perdió a su bebe, esos sí fueron días duros y tristes para todos, gracias a Dios supimos y aun sabemos superar las adversidades -aprieta su mano muy fuerte y sintiendo como la reacción de ella a éste es lenta, y suelta un poco.

Rubén viendo nuevamente a Teresa acaricia su mano y una lágrima se deja correr por sus mejillas en esa piel llena de líneas que llevan los años vividos.

Y suavemente le habla a su esposa.

-Sé que quizás no recuerdes nada, pero no me cansaré de contártelo todo una y otra vez, porque estos años juntos hemos crecido, hemos sufrido, pero también hemos levantado la mejor de todas las familias, y seguiremos juntos en ellos, lucharé para que cada día escuches todos los recuerdos que aun en mi están intactos.

Rubén se levanta de la silla y besa la mejilla de su esposa, quién con su mirada fija y perdida en el horizonte, empujándole la silla de ruedas dice:

-Vamos a ponerte más hermosa mi amada Teresa que tus nietos vienen y me gusta se sientan orgullosos de la abuela más hermosa del planeta.

Ambos entran a la casa y con los pasos cortos y los ojos llorosos Rubén empuja la silla como si con ello quisiera empujar también cada recuerdo que de la mente de Teresa ha desaparecido y que cada día lo alejan más y más de ella, de su historia, de sus recuerdos, de esa vida que forjaron juntos y ahora ella no recuerda.



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