Un 27 de enero me llegó su primer mensaje de texto, pude leer "feliz cumpleaños". Lo leí varias veces, no hallaba que responder; si era muy efusivo la podía espantar, tenía que ir con cautela. Esa flaca pretenciosa me tenía cautivado, así que al final me decidí por un "gracias" y nada más. Pasaron los días y un mediodía me la encontré por casualidad en unos de los pasillos del edificio donde trabajábamos, nos saludamos y le ofrecí la cola. Ella aceptó. Venía con una amiga que salió premiada, porque también ofrecí llevarla. Caminamos hasta el carro, allí ella se dirigió al puesto de copiloto, adueñándose de ese lugar para siempre.