Aquí estamos de nuevo amigos, compartiendo con agrado en esta Comunidad y uniéndome a la participación. Aprovecho este exordio e invito a @almajandra, a participar en este concurso asumiendo el reto que publica @topfivefamily. Te espero. Para ello te dejo el enlace y así te familiarizas con las pautas establecidas: Mi entrada al Concurso @TopFiveFamily: Observa, Piensa, Escribe.

Con la fotografía de esta semana, se activaron un popurrí de sensaciones, sentimientos y añoranzas, de un momento histórico vivido. En sintonía, una confrontación entre la historia y la memoria, que denota representación semiótica.

Somos una familia monoparental. Mi unigénita, ya con mayoría de edad; hoy día, está en la fase de autodescubrimiento, encontrándose a sí misma; asumiendo cada vez más responsabilidades en su vida Universitaria y tomando sus propias decisiones. Yo, intentando aceptar y adaptarme con naturalidad a los cambios; por supuesto, siempre con la disposición manifiesta al apoyo y comprensión.

Hago referencia a la historia, porque en mi país Venezuela, hasta hace unos años, desde mi mirada y experiencia, adquirir lo preciso para la formación escolar de nuestros hijos; llámese útiles escolares, textos académicos, bolsos, morrales, uniformes, zapatos, entre otros enseres; era un quehacer accesible a la mayoría de la población. Con una, la adecuada planificación y organización familiar, acompañada de la posibilidad de ahorrar el dinero necesario con antelación, era viable asumir con creces los gastos. Dicho esto, transitemos en la memoria.

Con respecto a la adquisición de sus útiles escolares, siempre involucré a mi hija en el proceso de compras, fortaleció nuestra relación, generó compromiso, responsabilidad y nos otorgó tiempo juntas.

Por lo general, lo hacíamos en la primera semana de septiembre; contábamos con el presupuesto y disponibilidad. Previa valoración, revisión de los útiles reutilizables (diccionarios, estuches de geometría, tijeras, pinceles, pinturas, etc.) y conciliados, los requeridos nos disponíamos a la compra.

Viajábamos un sábado muy tempranito, a la ciudad de Maracay (Edo. Aragua). Ciudad con grandes bondades para nuestros propósitos, un casco central atractivo, en infinidad de comercios, aspecto que nos gustaba a ambas: a ella le ofertaba diversidad de opciones en sus útiles, con sus personajes favoritos y a mí me ampliaba las opciones para visitar ferias escolares, cazar ofertas y buscar promociones; eso sí, sin sacrificar calidad y durabilidad. En esos menesteres, con frecuencia; surgían oportunidades para complementos y adicionales como sellos de figuritas, etiquetas, libretitas de notas o un diario con llave incluida.

Era un día de chicas por todo lo alto, recorríamos la Av. Bolívar, con sus calles laterales; las Calles Santos Michelena y Páez, sin obviar las calles Boyacá, Vargas, Libertad, Carabobo y Pichincha. Este recorrido incluía desayuno y almuerzo para dos, con descansos parciales en el Bulevar Pérez Almarza. Al final del día estábamos exhaustas pero felices.

Decían los clásicos “lo que permanece en el recuerdo, nunca muere”

Gracias por su visita.