LAS ESPADAS QUE CAUSAN DAÑOS PSICOLÓGICOS: CORTANDO OREJAS

Saludos estimados lectores de esta prestigiosa plataforma, el tema que nos compete en esta entrega le daremos un abordaje psicológico, fundamentado en los aportes bíblicos y las enseñanzas suministradas por Jesucristo.

Para mucho pueda resultar contradictorio a sabiendas que los contenidos científicos son las bases de este espacio de divulgación, sin embargo, hemos optado por realizar un proceso de diversificación que permite llegar a diferentes usuarios o lectores.

En este sentido, se hace necesario recordar que la noche en que Judas entrega o traiciona a Jesús, este se encontraba en el monte de Getsemaní, donde se registra bíblicamente que se encontraba en oración junto algunos de sus discípulos.

De acuerdo a los planteamiento presentados en Mateo 26:39–44, Jesús estaba consiente que tenía que sufrir por el perdón de nuestro pecados, sin embargo, en ese momento y en su posición de hombre la angustia lo agobiaba y pensaba en la posibilidad de no beber de ese trago amargo, era tanto el dolor que en la Biblia se registra que llego a sudar gotas de sangre, lo cual de cierta forma era una representación del perdón de nuestro pecados. Lucas 22:41–44.

De tal manera que más allá del dolor, su convicción hizo que obedeciera al Padre Celestial de modo que se preparó física y psicológicamente para las consecuencias de lo que vendría producto de la traición de Judas.

En la biblia se registra que la traición fue consumada mediante un beso, donde los Sacerdotes de la época y ancianos del pueblo llegaron armados con espadas y palos para apresarlo, a lo cual Pedro respondió desenfundando su espada y cortándole la oreja a uno de los miembros o acompañantes de los Sacerdotes. Acción a lo cual Jesús respondió “Vuelve tu espada a su lugar, quien esgrime su espada muere por la espada” Mateo 26:52.

En este punto de la temática nos damos cuenta que nosotros los seres humanos y en nuestra condición de hombre, analógicamente llevamos por dentro tanto a Jesús como a Pedro, el primero porque somos personas entendidas, con capacidad de compasión y de ayuda al prójimo y el segundo, porque de acuerdo a las circunstancias, somos personas reaccionantes que ejecuta acciones sin pensar en las consecuencia y sin tomar en cuenta el daño que podemos llegar hacer a otros.

Y es este comportamiento el que utilizaremos como base para fundamentar estas líneas de escritura, ya que nuestra acciones en muchos casos se comportan como espadas o dagas que ocasionan graves daños a nivel psicológico en las personas a quienes van dirigidas. Daños que desglosaremos de la siguiente manera:

1. Las espadas de la boca: es de suponer que muchos han escuchado la frase que un palabra hiere más que un golpe, este tipo de acciones por lo general es una reacción que puede ser conforme a la circunstancias y en muchos casos hasta intencionales. Sin embargo, en un escenario u el otro, produce efectos negativos en la otra persona, por lo cual es preciso pensar antes de actuar o decir algo de lo que nos podamos arrepentir, debemos aprender de las bondades que no enseño Jesús, donde utilicemos nuestra boca como un canal para bendecir y no para ocasionar daño y hostigamiento.

2. Espada de la indiferencia: la indiferencia no es más que una desconexión que se produce de manera intencional ante las acciones de otra persona y la cual se expresa en forma de conversaciones frías, con respuestas cerradas, donde no se muestra afecto alguno ante en el trato que decidimos dar.

Este tipo de comportamiento sin duda daña las relaciones y es un comportamiento contrario a la compasión que es lo que en realidad buscamos como personas creyentes de la palabra de Dios. En este punto, desenfundamos la espada de la indiferencia cuando no valoramos el trabajo que otros realizan o cuando no resaltamos las acciones que nuestros hijos, esposas, madres o amigos, realizan en función de nuestro bienestar, de igual forma el uso de esta espada cobra valor negativo cuando la utilizamos como medida para herir ante las acciones de nuestro semejantes.

3. Espada de las acciones: tanto la indiferencia como el mal uso de nuestra lengua, son acciones que deterioran el alma y más cuando somos personas inconscientes que muestra poca preocupación antes las adversidades de nuestros semejantes, recuerda una persona que no tiene la capacidad de servir, tampoco ha aprendido a vivir. Por los cual debemos ser proactivos e intencionales prestando apoyo ante las adversidades de la vida de nuestro semejantes.

Bajo lo anterior expuesto, es válido preguntarte estimado lector, ¿Según las circunstancias de la vida, quien se manifiesta en usted, un Jesús o un Pedro?

La respuesta ante esta interrogante puede plasmarla en la sección comentario, sin embargo, esta más dirigida a la valoración propia ya que el objetivo de este escrito es despertar muchos más Jesús a lo largo de nuestra existencia.

En líneas generales las adversidades que sufrió Jesús en el monte del Getsemaní, lo preparo ante la dura circunstancia que se presentaría en su vida, lo mismo está ocurriendo con nosotros ya que los eventos negativos nos moldean y prepara para hacer frente a futuros escenario que estamos por vivir.

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