Triste adiós a un amigo.

Cuando muere un amigo desde la adolescencia
el corazón adquiere un amargo sabor
al saber que vendrá ahora una eterna ausencia
que para soportarla hay que tener valor.

Cuando muere un amigo que dejó mil historias
se siente honda tristeza dentro del corazón,
y al remontar la vista a lejanas memorias
llega a las vidas nuestras una inexplicación.

Un amigo se ha ido después de larga pena,
el cual no perdió nunca ánimo ni vigor,
y aunque fue un gran bohemio de la parranda buena
voy a extrañarlo mucho con un dolor mayor.

Ayer fue su deceso en propia residencia
y un silencio profundo se oyó en su habitación
porque fue un hombre alegre en toda su existencia
aunque en silla de ruedas era estaba en la ocasión.

En los últimos años sufrió una enfermedad
de la que nunca tuvo la recuperación
porque no se cuidaba -por decir la verdad-
y nunca dejó el humo, fiesta ni libación.

A él los buenos amigos le daban mil consejos,
pero jamás seguía la recomendación
hasta que ayer fue víctima de los achaques viejos
que acabaron su vida sin conmiseración.

Hoy mi pecho se siente demasiado dolido
y a Dios Santo le pido le tenga compasión
para ver si Él acepta a mi amigo querido,
y que en postrer momento pueda darle perdón.