Sabor en un sobre

Kool-Aid fue la bebida de toda mi niñez, me encantaba muchísimo. Una magia contenida en un pequeño sobre con un polvo que venía en varios sabores, aunque recuerdo tomar solo fresa o cereza y uva; en el pueblo se vendía en las bodegas y creo que debió ser muy barato porque en cada casa lo compraban. Recuerdo cuando era medio día y hacía bastante calor. Luego del almuerzo mi mamá preparaba una jarra bien fría y nos daba a todos, siempre quería más, pues, era adictivo.

Para ese entonces era común que algunas personas se dedicaban a hacer y vender helados, que les decían era “vasito”, el sabor era nada más y nada menos que de Kool-Aid. También muy baratos porque comí bastante; no sé si en el pasado había menos información sobre los daños que podían causar ciertas bebidas en las personas, porque no recuerdo escuchar sobre eso como si lo es ahora.

Lo cierto es que al crecer e irme de allí a la universidad no lo tome más, es que ni lo seguí viendo en ningún lado, creí que había desaparecido o simplemente lo olvide. Actualmente, desde que soy mamá, tanto la pediatra, los libros y cada medio de información te dicen lo dañino que son muchos alimentos y bebidas que no son naturales, llegue a un punto que ni malta le daba a mis hijas. Ahora de adolescentes consumen más cosas que de niñas, con precaución y no tan repetitivo.

Fue una bendición que nunca me enferme por tomar esta bebida y mucho, por lo menos no que yo recuerde. De un tiempo para acá he visto que ha aparecido nuevamente, pero con unos precios altos, parece un gourmet y hasta de lujo; no me ha llamado la atención comprarlo y mis hijas aún no lo prueban, cualquier rato seguro lo harán o tal vez nunca se interesaran; ya que a ellas les toco conocer una variedad inmensa de este tipo de bebidas.

No tengo ningún mal recuerdo sobre esta bebida, al contrario, fueron maravillosos tiempos.

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