Best Date of My Life | Day 25 of 30-DAY #BLOGGING CHALLENGE - Part 3 | [ENG/SPAN]

Hello everyone. I just discovered the Women Tribe by invitation. After reviewing the Community's agenda, I definitely plan to spend time here contributing to their efforts. I hope you find my content compatible with the Community's values. This will be my first content in the Women Tribe Community.

I've participated in the Blogging Challenge through Parts 1 and 2. It has been an amazing journey visiting topics of interest to me and lending my opinion or sharing events.

When I think about the question for today, I have to think about my spouse. Is it possible to have a best date after you're married? I know so. In fact, I had just that. For the topic today, I have to go back many years to my young adult life. It's a worthy topic I feel as sometimes you need to revisit pleasant times in your life to compare them to where you are now. The Blogging Challenge provides such an avenue. So on Day 25 of Part 3 of the 30-day Blogging Challenge, I'm going to share with you a memorable time in my life and tell you about the Best date I have ever been on.

The time was in the early 70s. We had just started our marriage and careers. My personality is one of straightforwardness. Truth, hard work, diligent efforts, attention to details, and multitasking were my forte. However, my effort were not paying off in a way I thought was fair.

Not being in a corporate environment before, I was finding it difficult to adjust to office politics and the "crab in the bucket" co-workers.

Needless to say, I had a rough first year. I seriously considered quitting. Living with me was a bit unbearable for my spouse. Having someone of the opposite personality sometimes can be a blessing. That person can step back and look objectively at a situation.

What I loved about my newly-wed spouse is the fact that he didn't hesitate to correct and point out my misgivings in any situation when I lapsed into a pity party from what I perceived was injustice heaped upon me. He kept me on an even keel and gave me a different perspective. He was also handsome and loving.

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One Monday morning, I rose late for work. Based upon the circumstances the previous week, I wasn't looking forward to a pleasant day. A nasty encounter with a co-worker that Friday left me with a heavy heart. I won't go into details other than to say in a she-said, she-said confrontation, it couldn't get any worse unless Human Resources was pulled into the situation. That's when a worker's reputation is put on the line and documented in their personnel file. This action, whether deserved or not, follows you during your tenure and can hamper growth and production.

Suffice it to say that when I arrived home that Monday night, I was crying profusely. I was also ready to hand in my resignation.

My spouse calmed me down to the point I was able to sleep that night and return to work the next day without the resignation letter. About thirty minutes before lunchtime, I received a call from my spouse and was instructed to meet him in downstairs in front of my office building.

He could tell I was upset. We sped off in a direction I didn't know where. When we stopped, I was puzzled and asked why were we there. He said it was a date. I laughed because we are at a park. Then, I looked around, and there sat a see-saw and a swing. He took my hand and led me to the swing. He pushed me so high, I thought I'd fall. It was mid-day and he thought it was a good idea for me to go swinging. We were laughing as both of us swung as high as high as we could trying to see who could go higher.

By the time we finished an hour later after eating lunch he'd brought, I had a different mindset. He talked about many things and gave lots of advice. But one thing I'll always remember:

"That job is NOT your life.
I am.
No one there has control over your happiness.
You can go as high as you want.
Any time you're ready to sign that letter
and hand it in on that job or any other,
I'll be right there beside you."

As soon as I returned to the office, I took out my dairy and wrote down my day as I often did. I went on to realize a ten-year tenure with that company.

And, we've had many more dates since then. But that one is forever etched in my mind and soul. For he brought me exactly what I needed that day.

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Fifty years later, I look with misty eyes, lean over, and remind him about the date he planned that saved my sanity and my job.

Hola a todas. Acabo de descubrir la Tribu de las Mujeres por invitación. Después de revisar la agenda de la Comunidad, definitivamente planeo pasar tiempo aquí contribuyendo a sus esfuerzos. Espero que mi contenido sea compatible con los valores de la Comunidad. Este será mi primer contenido en la Comunidad de la Tribu de Mujeres.

He participado en el Reto Blogger a través de las partes 1 y 2. Ha sido un viaje increíble visitando temas de mi interés y dando mi opinión o compartiendo eventos.

Cuando pienso en la pregunta de hoy, tengo que pensar en mi cónyuge. ¿Es posible tener una mejor cita después de casarse? Sé que sí. De hecho, yo he tenido precisamente eso. Para el tema de hoy, tengo que retroceder muchos años hasta mi vida de joven adulto. Creo que es un tema que merece la pena, ya que a veces es necesario volver a visitar épocas agradables de la vida para compararlas con la situación actual. El Desafío de los blogs ofrece esta posibilidad. Así que en el día 25 de la tercera parte del Reto Blogger de 30 días, voy a compartir con vosotros una época memorable de mi vida y os hablaré de la Mejor cita que he tenido nunca.

La época fue a principios de los años 70. Acabábamos de empezar nuestro matrimonio y nuestras carreras. Mi personalidad es de franqueza. La verdad, el trabajo duro, los esfuerzos diligentes, la atención a los detalles y la multitarea eran mi fuerte. Sin embargo, mi esfuerzo no estaba dando los frutos que yo creía justos.

Al no haber estado antes en un entorno corporativo, me resultaba difícil adaptarme a la política de la oficina y a los compañeros de trabajo "cangrejos en el cubo".

Ni que decir tiene que tuve un primer año difícil. Me planteé seriamente dejarlo. Vivir conmigo era un poco insoportable para mi cónyuge. Tener a alguien de personalidad opuesta a veces puede ser una bendición. Esa persona puede dar un paso atrás y ver la situación con objetividad.

Lo que me encantaba de mi recién casado era que no dudaba en corregir y señalar mis recelos en cualquier situación en la que yo cayera en una fiesta de compasión por lo que percibía como una injusticia sobre mí. Me mantenía en equilibrio y me daba una perspectiva diferente. También era guapo y cariñoso.

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Un lunes por la mañana, me levanté tarde para ir a trabajar. Teniendo en cuenta las circunstancias de la semana anterior, no me esperaba un día agradable. Un encuentro desagradable con un compañero de trabajo ese viernes me dejó con el corazón encogido. No voy a entrar en detalles, sólo diré que, en un enfrentamiento de tipo she-said, she-said, la situación no podía empeorar a menos que se recurriera a Recursos Humanos. Es entonces cuando la reputación de un trabajador se pone en juego y se documenta en su expediente personal. Esta acción, merecida o no, le sigue durante su permanencia en el puesto y puede obstaculizar el crecimiento y la producción.

Basta decir que cuando llegué a casa ese lunes por la noche, estaba llorando profusamente. También estaba dispuesto a presentar mi dimisión.

Mi cónyuge me calmó hasta el punto de que pude dormir esa noche y volver al trabajo al día siguiente sin la carta de dimisión. Unos treinta minutos antes de la hora de comer, recibí una llamada de mi cónyuge y me indicó que me reuniera con él en la planta baja, frente al edificio de mi oficina.

Se dio cuenta de que estaba disgustada. Salimos a toda velocidad en una dirección que no sabía dónde. Cuando nos detuvimos, me quedé perpleja y le pregunté por qué estábamos allí. Dijo que era una cita. Me reí porque estábamos en un parque. Entonces, miré a mi alrededor y allí había un balancín y un columpio. Me cogió de la mano y me llevó al columpio. Me empujó tan alto que pensé que me iba a caer. Era mediodía y él pensó que era una buena idea que me columpiara. Nos reímos mientras los dos nos columpiábamos lo más alto posible intentando ver quién llegaba más alto.

Cuando terminamos, una hora más tarde, después de comer el almuerzo que él había traído, yo tenía una mentalidad diferente. Habló de muchas cosas y dio muchos consejos. Pero hay una cosa que siempre recordaré:

"Ese trabajo NO es tu vida.
Lo es.
Allí nadie tiene control sobre tu felicidad.
Puedes llegar tan alto como quieras.
Cada vez que estés listo para firmar esa carta
y entregarla en ese trabajo o en cualquier otro,
estaré a tu lado".

En cuanto volví a la oficina, saqué mi diario y anoté mi día como solía hacer. Pasé a realizar un trabajo de diez años en esa empresa.

Y, desde entonces, hemos tenido muchas más citas. Pero esa está grabada para siempre en mi mente y en mi alma. Porque ese día me trajo exactamente lo que necesitaba.

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Cincuenta años más tarde, le miro con ojos llorosos, me inclino hacia él y le recuerdo la cita que planeó y que salvó mi cordura y mi trabajo.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator