Esclavo sin amo

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Fue instantáneo, todo quedó a oscuras. Estaba adentro e intenté salir. No hallé por dónde ni cómo hacerlo. Un flujo misterioso me paralizaba en esos primeros momentos. Me fue soltando de a poco en la medida que la calma fue retomando el ritmo de mi corazón.

Mis ojos se habituaron a esa penumbra verdosa con cierto brillo metálico que se abría ante mí, tal como una puerta espejada en mil gajos que me invitaba a traspasarlos uno a uno. No pude negarme a semejante hechizo.

Fueron mis pies quienes sorteaban con movimientos malabáricos, los hilos de luz brillante que despedían los tetraedros que colgaban en sus márgenes. No deseaba cometer una transgresión a esa armoniosa composición lumínica, hipnótica y subyugante.

A cada paso, se me hacía más difícil evitarlos, y de a poco, fui preso de ellos. Sólo luces sin nudos fueron rodeando mi cuerpo, tal como hace la araña con su tela desplegada. Lazos de luces que intentaban cubrirme formando una red de misterios ocultos y que se hilaban más allá de una sombra opaca al final del horizonte.

Intenté hacer con mis pasos, una senda que llegase al final, descubrir uno a uno cada símbolo, cada código, cada significado del absurdo de la vivencia, cada misterioso mundo que se escondía entre mi ser y la sombra al pie del abismo. Intenté, hasta que las brasas ardieron por debajo de mis pies y avizoré llamas por delante y agua por detrás; cada cual subsistiendo conmigo como límite.

A cada paso, llamas más altas por delante, a cada paso, el agua igualaba la altura por detrás y yo luchando entre redes y lazos, entre mi deseo y la impotencia. Me vi esclavo sin amo, con mucho por saber, con tanto por gritar y ya sin fuerzas, grité. Nadie respondió y seguí gritando hasta que las llamas ardían en mi lengua y las aguas ahogaban mis palabras y el aire se pintó de ausencia.

Todo se mezcló. Agua, llamas y rayos de luminiscencias multicolores sobre una penumbra verdosa con destellos metálicos.

Todo estalló. Nada quedó en pie. El torrente cálido llenó los huecos vacíos, sobrepasó el cerrojo externo y entonces me vi libre.

Tus párpados se levantaron del ensueño y tus lágrimas, a raudales, rodaron sobre mis manos. Las bebí como si tragase los secretos de tu alma, extraídos desde la esclavitud de mi mirada. Fui tuyo, por un instante y ahora lo nuestro queda sólo en nosotros.



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4 comments
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Un texto narrativo que se hace de la extrañeza y la ambigüedad, entre lo onírico (cercano a la pesadilla) y lo plástico (pictórico-escultórico), que pareciera desenlazar en la vivencia sexual amorosa. La imagen "esclavo sin amo" es muy sugerente; puede hablar de ese estado de sujeción en el que el deseo y el placer pueden mantenernos. Saludos, @jtk1.

Por aquí pasó El Comentador
: @josemalavem

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Saludos. Intensa imagen de suspenso e intimidad.

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