Luis Cernuda, o la poesía del deseo y el cuerpo

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Una poesía con la cual uno se puede re-encontrar, desde ese talante que supone el deseo (que es cuerpo, por supuesto), es la del español Luis Cernuda, quien falleciera el 5 de noviembre de 1963 en México.


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Luis Cenuda - Fuente


Cuando estudié en mi universidad Literatura Española Contemporánea (la de finales del siglo XIX -Generación del 98- hasta la primera mitad de siglo XX), no recuerdo que hubiéramos dedicado tiempo a la poesía de Luis Cernuda. Cuando me tocó ser profesor de esa misma asignatura, me esmeré en renovar el corpus, como se dice, e incluí a escritores poco tratados, aunque de indudable importancia, como lo es Luis Cernuda.

Cernuda es uno de los principales exponentes de la destacada Generación del 27, que renovó nuevamente (ya lo había hecho la Generación del 98) la literatura española. Además de tomar la influencia de la mejor poesía anglosajona contemporánea (p. e. T. S. Eliot), y de traer, con su traducción, la poesía de gran fuerza existencial del poeta romántico alemán Friedrich Hölderlin, Cernuda jugó un papel muy relevante con su quehacer poético.

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Fuente


Cernuda se atrevió, en la España ranciamente católica y ya de rasgos fascistas, a hacer una poesía del deseo y el cuerpo, con su opción homosexual -que solo podrá desarrollar fuera de su tierra-, en la que antecede o coincide con su par, Federico García Lorca. Aunque estuvo comprometido con el movimiento de la República y, habiendo luchado en la Guerra Civil, decide emprender un duro exilio que pasará de Inglaterra a Estados Unidos y, finalmente, a México, donde morirá. Esto y mucho más pueden leer en la fuente indicada al comienzo.

Uno de los rasgos llamativos de Cernuda como escritor es que finalmente reunió en un solo libro todo lo escrito, a la usanza del poeta también español Jorge Guillén, con Cántico. Ese libro tiene el título nunca mejor asignado: La realidad y el deseo, que comenzó a escribir en 1924, y fue ampliando y renovando hasta sus últimas creaciones (hasta donde se sabe, 1962). En ese libro encontramos su poemario Los placeres prohibidos, del que reproduciremos dos poemas “En medio de la multitud” y “No decía palabras”, que comentaré brevemente.


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En medio de la multitud

En medio de la multitud le vi pasar, con sus ojos tan rubios como la cabellera. Marchaba abriendo el aire y los cuerpos; una mujer se arrodilló a su paso. Yo sentí cómo la sangre desertaba mis venas gota a gota.

Vacío, anduve sin rumbo por la ciudad. Gentes extrañas pasaban a mi lado sin verme. Un cuerpo se derritió con leve susurro al tropezarme. Anduve más y más.

No sentía mis pies. Quise cogerlos en mi mano, no hallé mis manos; quise gritar, y no hallé mi voz. La niebla me envolvía.

Me pesaba la vida como un remordimiento; quise arrojarla de mí. Mas era imposible, porque estaba muerto y andaba entre los muertos.

No decía palabras

No decía palabras,
Acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no existe,
Un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel,
Surtidores de sueño
Hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
Una mirada fugaz entre las sombras,
Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
Ávido de recibir en sí mismo
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
Porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Como anuncié, estos poemas son de su libro Los placeres prohibidos (1929-1931) -incluido en La realidad y el deseo-, cuyo título nos abre a una capital significación. El autor declara en este poemario su opción homosexual, lo que se mantendrá como rasgo en sus otros libros. La sociedad española de la época no lo aceptará; serán sus compañeros de generación, como García Lorca, los que lo apoyen.

Son dos poemas, como otros de Cernuda, donde se concentra su visión del cuerpo y del deseo, que parecen estar siempre en contraste. En estos poemas el hablante (si se quiere, el autor) nos coloca ante la confrontación entre la atracción amorosa o deseante y la negación de esta; nos ubica ante la realidad que pareciera oponerse a la realización de ese deseo. El verso final del segundo poema es terminante.


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(Si quieres acceder a parte de la obra poética de Cernuda, puedes ir a este enlace)

Referencia:

Cernuda, Luis (1998). La Realidad y el Deseo (1924-1962). España: Alianza Editorial.


Gracias por su lectura.


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10 comments
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Un poeta que empecé a leer hace poco. Gracias por esta nueva entrega formativa.

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No conocía el primero, el segundo lo había leído varias veces en antologías y artículos sobre Cernuda. Sin duda, un poeta fundamental de una generación española a la que la Historia adeuda tanto todavía. Cuando España (y con ella Europa y el mundo) decida concientemente confrontar los demonios sembrados por el facismo, el miedo y la intolerancia, la poesía de Cernuda, tal vez, sirva de abrevadero para el reencuentro.

Gracias por este post, estimado @josemalavem. La Poesía necesita también del ejercicio de la Memoria para extender el eco de sus voces en el fuego libertario de la conciencia. Saludos.

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Agradezco tu detenido comentario a mi post, y ese realce del valor de la poesía de Luis Cernuda. Un abrazo, @tupamalo.

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Gracias por esta entrega José, siempre impecable y lo didáctico en tus ideas.

Saludos

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