“La balandra Isabel llegó esta tarde”: de la literatura al cine y viceversa

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El 3 de agosto de 1950 fue estrenado el filme La balandra Isabel llegó esta tarde, adaptación del cuento homónimo del escritor venezolano Guillermo Meneses (del filme y el cuento hablaré en adelante). Con esa realización fílmica, coproducción venezolano-argentina, dirigida por el cineasta argentino Carlos Hugo Cristensen, Venezuela recibió su primer premio cinematográfico internacional, en el Festival de Cannes de 1951, por la fotografía de José María Beltrán Ausejo.


Poster de La Balandra Isabel.jpg
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Del filme

El filme La balandra Isabel llegó esta tarde, como indiqué, fue una producción entre Venezuela y Argentina (por Venezuela la empresa productora fue Bolívar Films). Si bien inspirada en el cuento de Meneses, el guion fue elaborado por el escritor venezolano Aquiles Nazoa, con intervención del director argentino, que tuvo una incidencia fundamental en el carácter melodramático del filme.

En términos generales, la historia del filme toma los aspectos fundamentales de la del cuento, más no su estilo y otros elementos característicos: un marinero (Segundo), casado y con hijos en la isla de Margarita, bajo la pasión amorosa por una prostituta (Esperanza) de las cercanías del puerto de La Guaira (Venezuela), quien quiere retenerlo acudiendo a los hechizos de la brujería afrocubana.

Contó con la interpretación en sus personajes de actores como el emblemático mexicano Arturo de Córdova como Segundo, las argentinas Virginia Luque como Esperanza y Juana Sujo (quien se residenciara en Venezuela) como María la Loca, y el entonces debutante actor venezolano Tomás Henríquez como el brujo Bocú. También la aparición como niño, hijo de Segundo, del que luego fuera un afamado actor y cantante venezolano, Néstor Zavarce.


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Canción del tema musical de la película "La Balandra Isabel llegó esta tarde" (1950), cantado por Ofelia Ramón. Se muestran fragmentos del filme.
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El melodrama había sido para el momento el estilo dramático ejercido por el cineasta argentino Christensen, quien haría su carrera, luego de salir de su país, en México, Venezuela y Brasil. No conozco su obra cinematográfica, excepto el filme que comento, pero la crítica reconoce que con esta realización Christensen introduce un importante giro del melodrama: la inclusión de la sensualidad propia de lo caribeño y de las relaciones y ambientación de espacios vinculados a cierta sordidez, como el bar y el prostíbulo; yo pienso que ambos aspectos son propios del aporte del cuento original (presentes también en posteriores relatos de Meneses), y que el cineasta intentó aprovechar.

Yo pude ver este filme en copias de calidad, en 16 mm., cuando en nuestros cineclubes podíamos acceder a la oferta de organismos culturales ya desaparecidos, y los exhibíamos en nuestros espacios alternativos. Cuando veo las copias en internet no puedo apreciar del todo la calidad de las imágenes hechas por quien fuera premiado: sus planos generales y primeros planos, especialmente.


Portada de edición de obras completaas de Meneses.jpg
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Del cuento de Meneses

El cuento de Guillermo Meneses, que da título al filme, fue publicado en 1934 en la revista Élite, el mismo año en el que se publica su novela Canción de negros. En ese tiempo, ya Meneses tiene un acercamiento muy propio a la creación narrativa, que con los años alcanzará los niveles de la más vanguardista narrativa venezolana, de lo que son demostración su magistral cuento ”La mano junto al muro” y su peculiar novela El falso cuaderno de Narciso Espejo, ambas publicadas en 1952. Son textos que no solo inauguran un modo de ver y practicar la escritura narrativa en nuestro país, sino en Hispanoamérica.

”La balandra Isabel llegó esta tarde”, de Meneses, si bien expone el drama de la pasión amorosa entre Segundo y Esperanza, lejos está de ese estilo meloso que el filme expone. La sensualidad erótica que en este se presenta solo roza la perspectiva narrativa, cargada de gran poeticidad. Aparte del cambio en el carácter étnico de sus personajes, que son negros y mestizos, no blancos, el sentido abierto del cuento no es recogido.

***

Les ofrezco unos fragmentos del cuento:


De La balandra Isabel....jpg
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Una calle, acostada al pie del caserío guaireño, blanquea en la primera oscuridad de la noche. Serenamente se mueve la masa de las aguas, verde aún por una vaga vibración luminosa, haciendo sus ruidos bajo las maderas del atracadero. En los postes sostenedores se forman espumas y por las barbas verdes de las algas caen luego gruesas gotas del agua mansa.

(...)

Lleno de sombras, lleno de rumores, vibrando con bordoneo de panal gigante, está allí el mar: eso oscuro. En altamar va un barco grande, con sus luces encendidas.

(...)

Pasan así las cosas en la vida. Las creemos conocidas, nues­tras y, de pronto nos damos cuenta de que son ajenas y extrañas, corno un puerto donde no hemos atracado nunca.

(...)

Esperanza para Segundo. La busca desde hace mucho tiempo cada vez que llega a La Guaira. Creía que conocía aquel cuerpo maduro, la grave hondura de aquellos ojos claros, aque­llas curvas morenas, acentuadas y duras. Creía saberse de me­moria toda aquella mujer —que lo atrae corno los puertos a la balandra «Isabel»— y ahora resulta que sobre toda Esperanza la vida escondida ha puesto el verdadero color.

(..)

El la suponía una de las tantas que viven en la blanda tibia atmósfera de los cuartos iluminados en rosado cariñoso, en azul moribundo o en violeta dormido. Suponía que ella lo quería como a un capricho cualquiera, y era cariño bueno de mujer lo que ella sentía.

En su cuarto caliente y desordenado ella lo esperaba entre sus mil olores húmedos y dulces. Llegaba él de lejos, fuerte y recio, duro y serio —como si fuera honrado— y ella esperaba.


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Imagen de Isabel García en Pixabay


Una mujer desnuda —su única ropa el gran pañuelo blanco de las velas tremolando en los brazos— era la «Isabel» al salir esta mañana de La Guaira. Chirriante; alegre y sucia se echó en medio del viento sobre el mar.

Parecía una mujer. Porque todas las cosas del mar pueden parecerse a la mujer. Se hinchan las velas como pechos redondos; en el calor del sol hay un regazo ardiente y en los vientos toda una gran caricia amplia. Cuando chocan las olas, dentro de las espumas rotas, viven brazos desnudos y muslos y suaves torsos de mujer. Las tierras lejanas también son ariscas muchachitas oscuras dormidas sobre el mar.

En la tarde, ya definitivamente triste, Esperanza bajó a los muelles. Al lado de su atracadero habitual la balandra «Isabel» descansaba tranquila. La muchacha no tuvo tiempo de preguntar a alguien. Martinote, sentado en un pedazo grande de madera, la llamó:
—Segundo Mendoza es ahora capitán de un falucho. Navega nada más que por Oriente. No volverá. Si me quieres a mí para esta noche…
Esperanza sonrió llorosa.
—Es la primera vez que te fijas en mí, Martinote.
-¿Tú crees? ¡Qué va, negra! Si tú siempre me has gustado…
—Bueno, Martinote. Pero llevas bastante real ¿sabes? Nos vamos a emborrachar hasta dormimos.

***

Celebramos que el filme se haya hecho y sido galardonado, y que por él, de algún modo, nuestro gran escritor, Guillermo Meneses, pueda ser conocido, interesando a los espectadores en leer sus relatos.


Referencias:

Meneses, Guillermo (1981). Espejos y disfraces. Caracas. Edit. Biblioteca Ayacucho.
https://es.wikipedia.org/wiki/La_balandra_Isabel_lleg%C3%B3_esta_tarde

El filme completo puede verlo entrando a este enlace.
El cuento de Meneses aquí.


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Gracias por su lectura.


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