José Saramago o desde la ceguera también se puede ver

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Tomando la fecha de nacimiento del escritor portugués José Saramago -16 de noviembre de 1922-, se me ocurrió hacer una pequeña publicación que tuviera como tema la ceguera. Saramago recibió en 1998 el Premio Nobel de Literatura, y fue, sobre todo, un gran novelista; entre sus más destacadas novelas puedo nombrar ahora El año de la muerte de Ricardo Reiss (1984) y El Evangelio según Jesucristo (1991).


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Afiche de presentación de la entrevista al escritor José Saramago en Argentina - Fuente - Licencia


Debo reconocer que nunca fui un afecto seguidor de Saramago, no por desconocerlo sino por cierto desaire que sus posiciones políticas me provocaron, como con otros escritores, que, pese a su intelectualidad, apoyaron a regímenes comunistas, como el de Cuba. Alguien dijo que la ideología era una especie de neblina, es decir, algo que puede llegar a ocultarnos la realidad o difuminarla de nuestra visión. Leí a Saramago en algunos de sus libros. Uno de los que más me interesó fue Ensayo sobre la ceguera.

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Son varios los autores ciegos célebres, comenzando por Homero, según se ha dicho, y John Milton, el escritor de El Paraíso perdido, entre otros. Entre mis “ciegos” preferidos en la literatura hispanoamericana está Jorge Luis Borges, de ceguera física a partir de sus 55 años, que vislumbró y realizó una visión de gran productividad literaria y filosófica. En varios de sus poemas hace alusión a la 8º su) ceguera, como en “Poema de los dones”, en cuya primera estrofa leemos:

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

Curiosamente, en ese año (1955) Borges había sido nombrado Director de la Biblioteca Nacional de Argentina. Este sentir y otras reflexiones relacionadas las recogió Borges, con su carácter erudito, en su conferencia “La ceguera”, incluido en su libro de ensayos Siete noches (1980).


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Borge y Sabato - Fuente - Dominio público


El otro es Ernesto Sabato, que, aunque no enfermo de ceguera, escribió esa pieza obnubilante que es “Informe sobre ciegos”, capítulo III de su magistral novela Sobre héroes y tumbas (1961); pero que, además, visionó y denunció la enorme tragedia de la violación de los derechos humanos en Argentina, recogida en el sobrecogedor volumen Nunca más (1985), también conocido como “Informe Sábato”, producto de las investigación realizada por la Comisión Nacional de la Desaparición de Personas que él presidió.

Un fragmento hacia el final del “Informe sobre ciegos”:

Nada puedo saber ahora sobre el tiempo que duró aquella jornada. En el momento en que desperté (por decirlo de alguna manera) sentí que abismos infranqueables me separaban para siempre de aquel universo nocturno: abismos de espacio y de tiempo. Enceguecido y sordo, como un hombre emerge de las profundidades del mar, fui surgiendo nuevamente a la realidad de todos los días. Realidad que me pregunto si al fin es la verdadera. Porque cuando mi conciencia diurna fue recobrando su fuerza y mis ojos pudieron ir delineando los contornos del mundo que me rodeaba, advirtiendo que me encontraba en mi cuarto de Villa Devoto, en mi única y conocida pieza de Villa Devoto, pensé, con pavor, que acaso una nueva y más incomprensible pesadilla comenzaba para mí.


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Un fotograma de A ciegas, la versión cinematográfica que Fernando Meirelles realizó de Ensayo sobre la ceguera. Fuente

Y está Saramago, con su novela Ensayo sobre la ceguera, donde se cuenta de una pandemia de ceguera que arrasa a todo un país, situación que llevará a los habitantes a acudir a sus más oscuros instintos para sobrevivir: el egoísmo, el pánico, la imposición, etc., con los que el sentido de solidaridad entra en crisis. A continuación unos fragmentos de la novela, en los que me apego a la forma de escritura usada por el autor en su libro:

Un día quizá le cuente cómo fue aquello, luego podrá escribir un libro, Estoy escribiéndolo, Cómo, si está ciego, Los ciegos también pueden escribir, Quiere decir que ha tenido tiempo de aprender el alfabeto braille, No conozco el alfabeto braille, Entonces, cómo puede escribir, preguntó el primer ciego, Voy a mostrárselo. Se levantó de la silla, salió, en un minuto regresó, llevaba en la mano una hoja de papel y un bolígrafo; Es la última página completa que he escrito; No la podemos ver, dijo la mujer del médico, mirando la hoja de papel, donde, en la penumbra de la sala, se distinguían las líneas muy apretadas (…)

Ahora no hay más música que la de las palabras, y ésas, sobre todo las que están en los libros, son discretas, aunque la curiosidad trajera a alguien a escuchar detrás de la puerta de la casa, no oiría más que un murmullo solitario, ese largo hilo de sonido que podrá prolongarse infinitamente, porque los libros del mundo, son como dicen que es el universo, infinitos. Cuando acabó la lectura, avanzada la noche, el viejo de la venda negra dijo, A esto estamos reducidos, a oír leer (…)

En un ambiente distópico y apocalíptico, donde la mayoría de la población se deja tomar por sus peores manifestaciones, Saramago introduce estos destellos de sensibilidad y esperanza sanadores, resaltando la función de la escritura, la lectura y los libros, quizás en un solapado homenaje a Borges.

Referencias:

Borges, Jorge Luis (1981). Obra poética 1923-1977. España: Alianza Editorial.
Borges, Jorge Luis (1980). Siete noches. México: Fondo de Cultura Económica.
Sábato, Ernesto (1974). Sobre héroes y tumbas. Argentina: Edit. Suramericana.
Saramago, José (2007). Ensayo sobre la ceguera. Argentina: Alfaguara Ediciones.


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Gracias por su lectura.


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Cada 18 de mes...gracias por este hermoso compartir.

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Hola, querido amigo @josemalavem

Desde hace algún tiempo he deseado leer a Saramago.

Es lamentable que la tendencia política nos separe tanto, que no seamos capaces de apreciar la genialidad de algunas personas.

Sin embargo, estoy segura de que en el futuro no tan lejano, acabaremos con las diferencias, y por fin, nos consideraremos realmente iguales.

Excelente publicación.

Un abrazo

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Agradezco tu lectura, estimada @librepensadora. Creo que las diferencias seguirán existiendo; no veo un mundo donde no existan; creo que sería terrible (la concreción totalitaria del pensamiento único). Yo soy bastante abierto al pensamiento y las obras de los otros diferentes; solo me preocupa que como intelectuales no seamos, a veces, capaces de advertir "el huevo de la serpiente" o la serpiente misma. Un abrazo.

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Las diferencias de pensamiento siempre existirán, eso no tiene por qué acabarse.

Lo que no va existir son los partidos políticos, ni las religiones, ni las fronteras, ni el dinero, ni las clases sociales, ni las castas, ni la explotación, ni la esclavitud, ni las guerras, a pesar de que reconozco que puedas pensar que eso es utopía.

La Tierra se está reacomodando por necesidad espiritual para cambiar por completo.

Veremos un Mundo Mejor, aunque solo será en próximas reencarnaciones.

¡¡¡Lo veremos!!!

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