El 30 de noviembre se celebró el centenario del nacimiento de la poeta Elizabeth Schön, una de las voces más singulares que se produjo en la poesía venezolana del siglo XX, quien falleciera en 2007. Galardonada con el Premio Nacional de Literatura en 1994, Schön, también dramaturga y ensayista, es autora de más de 20 libros de poemas en los que se expresa un sentir muy sensible y espiritual que pone su atención en lo esencial de las cosas y del vivir; de allí que su poesía muestre un alto grado de sentido filosófico, en un depurado trabajo de la palabra.

Aunque quizás no haya sido leída entre un numeroso público, su poesía bien merece ser difundida y conocida entre los que guardan afecto por el quehacer poético y/o se dedican a él. Por eso me propuse en este post entregarles una pequeñísima muestra de su obra. A continuación fragmentos o poemas enteros de una escritura que tuvo como caracteres destacados la brevedad y textos pocas veces con título.

De su libro La cisterna insondable (1971), dos fragmentos y un poema:

Si digo que hay revelación
es porque el árbol renace
y la raíz nunca cesa de sostener.

La sabiduría es la del río
al deslizarse
la de las aguas al recibir
y repartir los resplandores.

No existe reencuentro
ni reconciliación.
Sólo se es capaz de un descubrimiento
y no el que implica el teorema
la ley.
Hablo de ese único y veraz
que nos hace sentir como si
nunca se hubiera visto
y jamás hubieran existido el tiempo
el lirio
¡el primer sol!

En una concepción próxima a lo prístino y esencial, la conciencia del hablante poético da cuenta de esa maravilla de las cosas (el árbol, el río, el sol) que en su existencia nos entregan el misterio del origen.

De su libro Es oír la vertiente (1973, dos poemas completos:

Sentirla así
piedra y sólo piedra.
Después callar
quedarnos con ella
y ese inquieto latido
que no nos abandona
aun si es nuestra
la atenuante tranquilidad de la piedra.
Ella vive únicamente
de su íntimo secreto.

¿Acaso nos enseñaron las semillas
y las frutas que la vida es
el incesante aparecer de un niño
de una mujer
de una cascada
de un pueblo
aun del sueño
en el silencio de la tramada armazón de lo continuo?

En semejante sentido de los textos anteriores, la voz poética revela ese asentir de lo elemental y fundante (la piedra) que parece solo exigir nuestro silencio para permitir escuchar su enigma, como las semillas y las frutas, cual simientes de la creación, de la fertilidad, de la vida que nos constituye y somos en la continuidad.

Y de su último poemario Luz oval (2007), un fragmento y tres poemas enteros:

Es en lo callado
donde llega la voz quieta de la espera

Llámala
De frente encontrarás
lo inesperado.

Al acompañarte el vacío
Escucharás el repique de los coros vivos
En las hojas, el cuerpo, el amor, lo distante

El corazón acoge
La forma extendida del silencio:
terraplén propicio
para sentir lo más íntimo
cósmico

En su último libro se acentúa lo que era un acendrado rasgo de su poesía: su identificación con lo místico. De allí que las imágenes recurrentes y nucleares sean el alma, silencio, el caos, el vacío, la nada. El espíritu de los poemas de este libro está dado por una acogida definitiva del misterio, ese que habla en lo callado y en la asunción del vacío profundo en la interioridad, que se llena de las voces en el sentir de lo íntimo y secreto, y adviene encuentro del y con el universo.

Referencias:

Schön, Elizabeth (1998). Antología poética. Caracas: Monte Ávila Editores.
Schön, Elizabeth (2007). Luz oval. Caracas: Editorial Equinoccio (USB).

Gracias por su lectura.

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