"Amistad"

Agarro la percha que tiene el vestido que voy a usar esta noche, casi con violencia. El día no ha sido nada, absolutamente nada bueno.

Hoy el idiota de Pablo, me ha delatado porque, según él, la última entrega de la tarde no se hizo y yo juré que sí, pero no aparecía el libro con la firma, y me gané una reprimenda de parte del Innombrable de mi jefe que llevaba semanas empujándome cada vez más trabajo y me tenía hasta los putos ovarios. ¡A mí, que hago el trabajo de tres no, de 5 personas!

Así que, atacada de los nervios y en un impulso le grité imbécil, inepto, jefe de tres por quilo, explotador, torturador, y cuanta cosa tenía trabada en la garganta. Sí, eso hice.

Ahora estoy despedida.

Soy locaaaa! ¿Y ahora de qué vivo? ¿Quién me manda a tener esta boca suelta? Culpa del jefe imbécil y el colega idiota y envidioso! Si muero de hambre y frío, espero que sus consciencias no los dejen dormir nunca más tranquilos.

-Lo odio, Odio al Imbécil Innombrable. Quizás si lo mato ¡problema resuelto!- Uff, el vestido aprieta más de lo que esperaba.
-¡Diosito, no me castigues con más kilogramos de peso! ¡Yo seré buena, ya no voy a matar a nadie, palabrita!- y termino de empujarme dentro del vestido, como puedo.

Camino hacia la silla que se encuentra al costado de la cama, a tope de ropa recién lavada que tengo que acomodar en el closet (algún día), y rebusco una chaqueta para usar por si me atrapa la madrugada en la calle.
Ya lista, me adentro en mi bellísimos Manolos que me harán sufrir más que el jefe, pero al menos estos sí que ayudan, con ellos me siento más sexy, más fuerte y sobre todo más alta -debería usarlos para trabajar- le digo a mi reflejo en el espejo, mientras aplico un poco más de rímel, pienso en cómo mi metro sesenta (cincuenta y nueve) no ayuda mucho cuando tienes que discutir cara a cara con un hombre que te supera por 30 centímetros de altura.

Ahora sí, lista! Justo en ese instante escucho la bocina del carro de Anaray.
– ¡Ya voy! - grito para que Nani escuche. Bajo corriendo las escaleras a riesgo de partirme el cuello. Todo sea por la noche de chicas!

En el carro ya está también Sarita y el Xavi. Sí, es noche de chicas pero Xavi es parte de nosotras desde que tenemos memoria,y siempre ha sido mi mejor amigo. Sin embargo, hoy hay algo diferente en él. Pongo mi mirada de “sé que sabes que yo sé que estás ocultando algo” y ...me rehúye!! OH! OH! Esto es grande! Aunque estamos justo uno al lado del otro en la parte trasera de carro, apenas logro que me mire más de 5 segundos seguidos.

Les cuento de mi día y Nani me dice que me ayuda a matar al jefe y esconder el cadáver por haberme despedido, mientras Sarita trata de calmar los ánimos y decirnos que tenemos ser como el agua y amoldarnos a la vida. Nani me mira por el retrovisor y me hace señas de que Sari está tocada de la cabeza.

-Agua no sé- dice entre risas Nani- pero de que hoy me convierto en una buena cerveza mexicana no lo dudes!- y seguimos hablando un rato, de todo un poco hasta llegar al local.

Este lugar lo propuso el Xavi, nos dijo que era como muy descriptivo de nuestro grupo. Yo de lugares de moda sé bien poco así que lo dejamos casi siempre escoger el sitio al que iremos. Miro el cartel que parpadea tan rápido que debería llevar un aviso de peligro contra epilépticos: “Club para mujeres chismosas”. Las tres nos paramos en seco y miramos muy seriamente a Xavi. Este da un paso atrás, algo intimidado por nuestras miradas fijas en él. De pronto, la risa de Sarita nos descubre, y nos saca del papel de malotas, ya no podemos parar de reír por la ocurrencia de nuestro amigo y así entramos al garito.

El lugar está atestado y la música suena bien alta. ¡Es espectacular! Nos movemos guiados por el Xavi hacia la zona de los reservados y mientras caminamos, veo que él me lanza miradas nerviosas. Me detengo y le digo:

-¡Ya está bien Xavi! ¿Qué pasa? - Él les señala a mis amigas un lugar para que vayan hasta allá y mientras ellas se alejan, se me acerca.

-Enana, ¿tú sabes que te quiero verdad? – me dice muy serio. Esto me pone terriblemente nerviosa porque sé que lo que viene luego es grande.

-Ay Xavi, si ya,yo también te quiero, pero suéltalo por Dios, que me matas de los nervios. – le digo mientras le agarro suavemente la cara con ambas manos. Es un gesto casi involuntario, que nos hacemos desde niños cuando tratamos de hablarnos en serio.

Un carraspeo de garganta se escucha detrás de mí. Sigo mirándolo, y descubro que ahora tiene los ojos muy abiertos y fijos en la persona a mi espalda. Su nuez de Adán baja y sube varias veces, hipnóticamente.

Otra vez el carraspeo. Ahora estoy ignorándolo con más fuerza, porque ya reconocí ese sonido. Lo he escuchado demasiadas veces. Miro a Xavi a los ojos, que están de nuevo fijos en mí, expectantes de alguna señal. Eso me basta, para que mi cabeza elabore toda la historia y en un milisegundo ya entiendo por qué raios Xavi llevaba semanas que no atendía siempre mis llamadas o me cortaba pronto, o aquella vez que lo encontré a la salida de mi trabajo todo guapo y bien vestido y yo de imbécil creí que me esperaba a mí.

Xavi que ha sido mi paño de lágrimas cada vez que el innombrable me hacía una de las suyas en la oficina. Que me ha escuchado cada queja y que sabe cuánto lo odio. Ahora entiendo por qué no se propuso para ayudarme a enterrarlo, como hizo Nani. Solo una palabra vino a mis labios y salió como un suspiro ensordecedor: Traidor

Salí del local sin mirar atrás. Podría parecer una reacción exagerada, pero, solo quien esté mi piel lo entendería. Las madrugadas de desvelo pensando cómo hacerlo mejor para que el imbécil no me llamara la atención por cualquier cosa, las veces que callé para poder mantener mi trabajo, la de noches que me dieron sentada en la oficina terminando un papeleo de alguien más. Y ahora mi amigo, mi hermano del alma, mi puerto seguro desde que tengo uso de razón, va y se enrolla con el tío que más odio en el mundo. ¡Qué carajos!

Siento los pasos de Xavi detrás de mí, sé que es él porque no hay nada suyo que no conozca, excepto tal vez esto ahora, pienso con tristeza. Sigo caminando, descalza, mis tacones no tienen que sufrir también. Me agarra del brazo suavemente y me detiene. Viene la parte en la que se explica y a mí no me interesa escucharle. Voy a zafarme de su agarre cuando cometo el error de mirarle a la cara. Tiene el rostro completamente desencajado y le corren las lágrimas. Ya no puedo sencillamente ignorarlo.

Nos sentamos al borde del contén y Xavi me tira su cazadora por las piernas pues mi vestido apenas me cubre los muslos. Este es mi amigo, mi hermanito. ¡¿Qué ha pasado?!

Me cuenta que conoció al innombrable, ejem, a Alberto, hace un año, un año!!! Que empezaron a salir juntos y conocerse mejor, pero que no se habían prometido fidelidad ni nada similar hasta hace unos cuatro meses donde se dieron cuenta que aquello que sentían por el otro, no iba sino creciendo cada día más y decidieron dar el siguiente paso. Alberto y Xavi vivían juntos desde hacía más de un mes! Le pregunté desde cuando sabe que su Alberto y mi innombrable eran la misma persona. Me dijo que se había dado cuenta aquel día, a la salida de la oficina cuando nos encontramos. Que desde entonces ya no sabía qué hacer. Me cuenta que intentó cortar con Albert, como él le dice, pero no pudo. Hacía mucho tiempo que buscaba el amor y solo encontraba imbéciles, yo ahí solté un resoplido de incredulidad. Me miró e hizo una ligera sonrisa de medio lado.

Xavi me cuenta que Alberto se impresionó mucho cuando le contó que éramos casi hermanos y me dice que este le comentó que la empresa donde trabajábamos, se preparaba para un gran recorte de personal a causa de la fusión que se iba a producir con un gigante del mercado. Así que entre ellos dos, idearon un plan para que yo sobresaliera entre los empleados, por mis méritos y que por eso me exigía tanto cada día. Reconocía que yo era una buena trabajadora pero que para mantener mi puesto necesitaba un esfuerzo extra, pues la competencia era fuerte.

Habían decidido no contarme nada de su relación por temor, pues Alberto sabía de mi animadversión hacia su persona. Xavi me reconoció que fue un error no decirme desde el principio, pero es que era algo que quería tanto, que le daba miedo poner en palabras lo bien que se sentía y que de pronto le estallara la burbuja en la cara.

Nuevos pasos se escucharon. Ambos viramos el rostro al mismo momento para encontrarnos a Alberto que se nos acercaba. Se sentó a mi otro lado. Mi amigo lo miró, con cara de desesperación y a mí aquello me removió algo. Nunca había visto a este Xavi inseguro, y menos aun buscando apoyo en alguien que no fuera yo o una de las chicas. Vi en la mirada de Xavi, cuanto le importaba este hombre.

Alberto carraspeó -maldita manía que me hacía sentir como niña pequeña- y comenzó a hablar. Sus primeras palabras fueron: Lo siento. En la medida que hablaba y me contaba aquello que ya Xavi me había explicado antes, pude comenzar a ver a la otra persona. Esa que enamoró a mi amigo. El tono de voz, cálido y pausado, la mirada suave color miel, la seguridad en las palabras. Mi cabeza era un batiburrillo de imágenes que se superponían, organizando aquel embrollo.

Albert de pronto suelta una carcajada en medio de tanta seriedad. Yo lo miro como a quien se volvió loco de repente. Me dice que no se esperaba para nada la sarta de insultos que le dije en la mañana. Me cuenta que después de despedirme, porque no le había quedado otro remedio en ese punto, comenzó a investigar y el idiota de Pablo tenía escondido el libro con la firma en un archivo, así que sí, la entrega de la tarde sí se había hecho como yo había afirmado. Por lo que comunicó al personal de la oficina que mi despido había sido improcedente y sin causa justa, pues yo solo me había defendido (aunque él y yo sabemos que fue mucho más que eso lo que hice) y, que había finiquitado el contrato de Pablo, por ser una víbora envidiosa y traicionera poco confiable. Por lo tanto, el lunes podría volver a mi puesto de trabajo pero tendría que esforzarme mucho para evitar el recorte que se avecinaba.

Quedé callada unos instantes con la cabeza gacha para ordenar mis ideas. Levanté la mirada hacia Xavi y pude ver la gotita de esperanza que tenia de poder unir dos partes de su vida que quería tanto. Pero lo que me decidió, fue ver en la mirada de Alberto hacia mi amigo, el mismo tipo de amor. Quería a mi Xavi de verdad, a mi niño apaleado por su padre cuando se reconoció abiertamente gay a la tierna edad de 12 años. Al amigo que comenzó a hacer pesas en la adolescencia, para poder defenderse y defenderme de los más grandes. Al de las borracheras eternas en la Universidad. Al que sacó casi a palos de mi casa al ex odioso del que no quiero ni acordarme. Ahora mi Xavi, era también de otro. Me giré a Xavi y le di el abrazo más grande que nunca se ha dado.

Xavi rompió a llorar con su barbilla sobre mi cabeza, jurándome que nunca más me iba a ocultar nada. Que yo era su hermana, su niña querida. Le prometí que haría el intento de dejar entrar al innomb… a Alberto a mi vida. Tratar de verlo de otra manera. Alberto apoyó una de sus manos enormes en mi cabeza también y me dio las gracias.

Unos chiflidos nos sobresaltaron. Miramos y eran Sarita y Nani que nos gritaban y chiflaban desde la puerta del local mientras trataban de treparse en el cartel de neón gigante, haciendo gestos de corazones una y la otra… mejor, no te cuento.

Así que entre risas y lágrimas que ya comenzaban a secarse, mientras entrabamos nuevamente al sitio, pensé en cuán dichosa me sentía de tener a esos tres locos en mi vida, y que seguramente muy pronto estaríamos celebrando una boda y quién sabe algún otro descubrimiento, esperemos que mucho más agradable.
¡¿ O quizás no ?!