Concurso de literatura La Abeja Obrera | Novatos / Rookies

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Imagen de Pexels en Pixabay

Esta es mi entrada para el concurso La Abeja Obrera. 5ta. edición, auspiciado por @jesuspsoto en homenaje al escritor Adriano González León.

La sala de mando se encontraba tan silenciosa como de costumbre. Pequeñas luces de colores titilaban desde el panel de control. Nada para alarmarse. Sara, solo tenía una semana trabajando, y ya sentía que habían transcurridos meses.

Debía observar el grupo de estudio desde la consola a diario, generar reportes de avances, rendimiento y comportamiento de los sujetos de estudios. Aun estando a más de 10 mil metros de altura, las poderosas cámaras podían escudriñar a un espécimen a detalle: sus ojos, su piel y su ropa.

Al principio, era interesante observarlos, sin embargo, después de una semana, sus mentes tan primitivas siempre seguían el mismo patrón de comportamiento, sin ningún avance. El trabajo se hizo tan rutinario que Sara empezó a aburrirse. Realmente no entendía como su predecesor pudo estar 25 años haciendo lo mismo sin enloquecer.

Los sujetos se encontraban morando en un ambiente árido y arduo donde el alimento y el agua eran difíciles de conseguir. A diario, antes de que el astro solar del sistema planetario iluminará un nuevo día sobre el planeta, Sara debía cargar el suplemento alimenticio para el grupo de estudio. Cada 6 días debía duplicar el contenido de alimento. De esta manera, ella podía tener un día a la semana libre.

El séptimo día, casualmente, los chicos de las otras estaciones de observación celebraron el cumpleaños del ingeniero en jefe y la fiesta se alargó tanto que, desafortunadamente, Sara perdió la noción del tiempo.

Angustiada, luego de asearse rápidamente, corrió a su estación; el astro solar había comenzado despliegue hacía más de 6 horas.

El grupo de estudio se encontraba tan angustiado como ella. Posiblemente por falta de alimento

En la pantalla había una señal de alerta, en rojo, que parpadeaba con insistencia. Sara hizo clic sobre la señal y un mensaje comenzó a reproducirse

“Señor ¿Qué hemos hecho de malo para enojarte? ¡Oh! Gran Altísimo, perdonadnos, no soy quién para exigir el maná que nos envías a diario. Pero tu pueblo tiene hambre. Seguiré orando en lo alto de esta montaña para ablandar tu generoso corazón”

“¡Maldición!”, expresó Sara

Tomó los controles y cargó la matriz de alimentos; para su sorpresa, otra alerta se emitió. Esta vez, el suplemento nutricional se había agotado.

“¡Demonios!”, volvió a escupir Sara

“Tiempo estimado de carga alimenticia: 15 horas”, emitió la voz electrónica de la inteligencia artificial.

Sara echó una mirada por encima de su panel de control. Las otras salas de control se encontraban ausentes. Ninguno de sus superiores se encontraba presente en el momento. Mordisqueó una de sus uñas, sus ojos corrían de un lado al otro, como si estuviera viendo un partido de tenis.

Otro mensaje de alerta apareció en la pantalla. El guía espiritual del grupo de estudio, esta vez, pedía con más clemencia alimento y ofrecía en sacrificio a los primogénitos.

“¡Con un demonio! ¡Pero qué dramáticos! Con razón, les dieron a directiva principal de creced y multiplicaos; de lo contrario se habrían extinguido hace mucho”, rechistó Sara

Sara mordió sus labios, sus dedos tamborilearon sobre la mesa de su estación de control. Finalmente, decidió responder para hacerles entender que pronto llegaría su alimento.

“Tened paciencia, el alimento llegará pronto, hijos míos”

Sara, echó un ojo a una caja de donas a medio terminar y tuvo (a su parecer) una gran idea. Programó el dispositivo sintetizador y envió donas a los sujetos de estudio.

“¿Qué podría salir mal?”, se preguntó a sí misma.

Pronto, un mensaje apareció en su pantalla

“Señor: Agradecemos tu alimento. Jamás habíamos probado semejante manjar. Y si no es mucho preguntar ¿Acaso eres mujer?”

Un frío recorrió la espalda de Sara. Había olvidado encender el modulador de voz.

Tras quince minutos, Sara seguía con sus dos manos sobre su cabeza. Sus ojos sobresalían de sus órbitas oculares.

La inteligencia artificial de su módulo de control recomendaba purgar grupo de estudio.

Sara se negó a erradicar a la sociedad primitiva bajo su cargo, no cometería el error de inundar de nuevo el planeta para resolver el problema.

Tomó la consola y decidió enviar un último mensaje

“Yo Soy; puedo ser mujer u hombre, mi existencia está por encima de su entendimiento. No cuestionéis a vuestro Dios. No hagáis que derrame mi furia sobre ustedes”

Pasaron 30 minutos y no hubo más respuesta. A su parecer, habían entendido el mensaje.

Sara se aseguró de programar el sintetizador de alimentos con el suplemento necesario por los próximos 15 años. De esa manera, no volvería a suceder lo ocurrido.

“De seguro, pronto olvidarán el incidente”, se dijo a sí misma como consuelo.

“¿Qué podría salir mal?”

...

Dos mil años más tarde, los templos celebraban, con donas, la nueva representante del Matriarcado papal.

Si deseas saber más sobre el concurso visita el siguiente link

https://hive.blog/hive-111516/@jesuspsoto/concurso-de-literatura-la-abeja-a9c2d52961a53#@jesuspsoto/re-jesuspsoto-20211112t183654849z

Hasta la próxima.


This is my entry for the contest La Abeja Obrera. 5th edition, sponsored by @jesuspsoto in tribute to writer Adriano González León.

The command room was as quiet as usual. Small colored lights flickered from the control panel. Nothing to be alarmed about. Sara had only been working for a week, and it already felt like months.

She had to observe the study group from the console daily, generate progress reports, performance, and behavior of the study subjects. Even at an altitude of more than 10,000 meters, the powerful cameras could scrutinize a specimen in detail: their eyes, their skin, and their clothes.

At first, it was interesting to observe them, but after a week, their very primitive minds always followed the same pattern of behavior, with no progress. The work became so routine that Sara began to get bored. She really didn't understand how her predecessor could go 25 years doing the same thing without going mad.

The subjects found themselves dwelling in an arid and arduous environment where food and water were hard to come by. Daily, before the solar star of the planetary system would illuminate a new day on the planet, Sara was to load the food supplement for the study group. Every 6 days she was to double the food content. In this way, she could have one day a week off.

On the seventh day, by chance, the guys from the other observation stations celebrated the chief engineer's birthday and the party went on so long that, unfortunately, Sara lost track of time.

Distressed, after quickly washing up, she rushed to her station; the solar star had begun to unfold more than 6 hours ago.

The study group was as distressed as she was. Possibly due to lack of food.

On the screen, there was a red warning sign blinking insistently. Sara clicked on the signal and a message began to play.

"Lord, what have we done wrong to anger you? Oh, Great Highest, forgive us, I am not one to demand the manna you send us daily. But your people are hungry. I will continue to pray on the top of this mountain to soften your generous heart."

"Damn it!" expressed Sara.

She took the controls and loaded the food matrix; to her surprise, another alert went off. This time, the nutritional supplement had run out.

"Bloody hell!", Sara sputtered again.

"Estimated food loading time: 15 hours," issued the electronic voice of artificial intelligence.

Sara glanced over her control panel. The other control rooms were absent. None of her superiors were present at the moment. She nibbled on one of her fingernails, her eyes darting from side to side as if she were watching a tennis match.

Another alert message appeared on the screen. The study group's spirit guide, this time, was asking more mercifully for food and offering in sacrifice the firstborn.

"WTF! How dramatic! No wonder they gave them the prime directive to grow and multiply; otherwise, they would have become extinct long ago," squeaked Sara

Sara bit her lips, her fingers drumming on the table of her control station. Finally, she decided to answer to make them understand that their food would soon arrive.

"Be patient, the food will come soon, my children."

Sara kept an eye on a half-finished box of donuts and had (to her mind) a great idea. She programmed the synthesizer device and sent donuts to the study subjects.

"What could possibly go wrong?" she asked herself.

Soon a message appeared on her screen.

"Lord: We are grateful for your food. We have never tasted such a delicacy. And if it's not too much to ask are you even a woman?"

A chill ran down Sara's back. She had forgotten to turn on the voice modulator.

After fifteen minutes, Sara still had both hands on her head. Her eyes bulged out of their sockets.

The artificial intelligence of her control module recommended purging the study group.

Sara refused to eradicate the primitive society under her charge, she would not make the mistake of flooding the planet again to solve the problem.

She picked up the console and decided to send one last message.

"I Am; I can be female or male, my existence is above your understanding. Do not question your God. Do not make me pour my fury upon you."

Thirty minutes passed and there was no more response. It seemed to her that they had gotten the message.

Sara made sure to program the food synthesizer with the necessary supplement for the next 15 years. That way, it wouldn't happen again.

"Surely, they'll soon forget the incident," she said to herself in consolation.

"What could possibly go wrong?"

...

Two thousand years later, the temples were celebrating, with donuts, the new representative of the Papal Matriarchate.

See you next time…



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Una mezcla graciosa de ciencia ficción y religiosidad; con una visión feminista de esta última. Interesante. Gracias por tu participación.

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Me gusto mucho tu relato de ciencia ficción, muy bien escrito con un toque gracioso, muy bueno. Saludos

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Me alegra que te haya gustado. 😃✌

Aprecio mucho tu feedback 😊

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