Hispaliterario 32/ Desangelado.

Desangelado.

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Nunca había visto a un ser humano más sin vida que esté, hasta un mono podría tener más charla qué este individuo, su vida transcurría en sus cuatro paredes, su castillo propio podríamos decir al caso, cada mañana si es que las 14 horas podrían llamarse mañana daba apenas sus señales de vida, arrastrando un pie y cerrando un ojo pareciese que este pesudo humano es un mezcla de Drácula y zombie, en su mano una bandeja con distintos objetos, vasos, tazas y cubiertos qué de seguro fueron usados en la noche, noche que debería ser para dormir sin embargo este ser sin vida productiva la vuelve día, en el silencio nocturno se le puede escuchar reír y hablar con seres sin rostro unidos por su adicción a los juegos de videos, una vida sin vida, que lastima me da.

Al parecer sus padres no hacen mucho por prestar ayuda a este humano desangelado, lo ven atrapado en una existencia irreal que ellos mismos otorgaron y de tanto en tanto aquel ser sombrío pega alaridos de desesperación, se ha ido la luz y con ella su coneccion al vicio qué no lo suelta, aquel que lo consume bajo propia voluntad, allá en la sala sus padres desesperados llaman incesantes buscando una explicación a la falta de electricidad, la solución no se vuelve pronta y aquel ser que por el vicio es silencio comienza a hablar incoherencias que a sus padres les parecen graciosas, “el niño ha dicho un chiste” el niño le llaman a aquel hombre de casi treinta años, la luz no llega y empieza el desespero, la madre siente que ofreciendo víveres su hijo estará tranquilo sin embargo este acto causa lo contrario y aquel silencioso desangelado se vuelve en ogro, uno que escupe veneno en cada palabra grosera que de su boca emana, el padre medio adormilado escuchando las groserías qué a su esposa le recitan no hace más que dar la razón al insulso hijo, de pronto pareciera que el cielo se apiadó de ellos y la luz eléctrica vuelve, al hijo grosero parecen haberle puesto ruedas de vehículo en sus pies y luego de un portazo en su palacio no se le vuelve a ver la punta del cabello hasta la hora de la merienda.

Los ojos rojos, irritados por el brillo de la pantalla no parecen molestarle, nuevamente se escuchan sus satíricas risas las cuales cambian a groserías elevadas de tono a su grupo de amigotes ya que han pedido algún tipo de irreal misión, de pronto el silencio que se apoderaba de su palacio es irrumpido por un golpe magistral, un grito ensordecedor nuevamente y ambos padres raudos y veloces se aposentan en el cuarto sucio de su “retoño”, el dizque niño ha roto su joystick por el enojo de perder la batalla, se vuelve furioso hacia su padre exigiendo uno nuevo, la furia emana de su mirada y su puño en alto a punto de propinar un golpe, un problema enorme ya que la noche ya está aposentada lo cual impide el capricho del humano enojado, -para mañana será hijo– dice el padre con temor mientras el furioso engendro vicioso lo ve con odio garrafal, los saca y propina un portazo el cual culmina el acto de la noche que nuevamente se volvió silenciosa y sombría.

Al día siguiente su conexión al vicio no ha llegado y el entendimiento del porqué es imposible que lo comprenda, posterior a una rabieta donde los insultos parecían una misa de día domingo se encierra en silencio, cortinas cerradas y luz apagada darían la señal de que allí no hay nadie, en la cocina la madre temerosa y con los ojos llorosos busca complacer al hijo, desesperada llama a su marido exigiendo ella misma el aparato que necesita su “pequeño”, su marido acongojado explica que por la tarde llevará lo que el niño exige, ambos temen de su hijo a sabiendas que ellos mismo lo han formado, el ogro en su cuarto ha llorado largo rato por la frustración que siente, en su mente el l no tiene la culpa de nada y es el inocente de esta familia disfuncional en el que ha sido criado por estos padres permisivos.

Por la tarde entrada la noche el padre llega con el dizque regalo, el engendro mimado aparece arrastrando los pies por el pasillo, no saluda a nadie y arrebata el paquete que ha traído el padre, regresa a su cuarto y se encierra, al parecer le ha dado hambre y sale nuevamente de su cárcel, mira a sus padres con los ojos rojos los cuales más que amor solo reflejan un intenso e injustificado odio.

Al poco tiempo de haber llegado el padre tocan al timbre, abre la puerta una temerosa madre y al ver a su hija le cambia el ceño, a regañadientes la deja ingresar, la muchacha viene de visita una vez por mes ya que siente que su presencia no es grata, en sus manos unos cuantos paquetes, yerba para el padre para sus mates del domingo y sustancias dulces para su madre, aún recuerda sus gustos, ambos toman los obsequios mirándola con un cara que no dice nada más que “vete pronto”, un silencio incómodo entre hija y padres y a lo lejos las risas irónicas del hermano, la muchacha los ve con piedad ya que siente pena por la vida de sus padres, avanza por el pasillo a la habitación del desangelado y toca a la puerta, nadie sale como es costumbre y la joven envalentonada da marcha atrás solo para apagar la caja de wiffi qué está cercana a la puerta de entrada, el troglodita hermano sale a toda velocidad y allí su hermana le propina lo que sus padres jamás le dieron, una cachetada le dio vuelta la cara al supuesto niño de sus padres, ambos progenitores molestos a más no poder corren a la hija por el agravio a su retoño, ambos sumisos acostumbrados a una vida indigna sin respeto alguno, la joven se marcha sabiendo que no volverá y el humano desangelado a culminado su victoria ya que el hogar por entero se ha convertido en su reino.


Saludos a todos los usuarios amantes de la lectura, esta es mi participación al concurso que nos trae @hispaliterario edición 32 titulada La mordida entró por el ojo, la temática es libre así que deja volar tu imaginación.


Las imágenes usadas fueron creadas en canva con la aplicación DALL-E 3.

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6 comments
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Qué buen relato @issymarie2 No lo había leído. Ya no puedo darte mi voto, pero sí quería comentarlo. Tu relato expresa una realidad que quizá sea más frecuente de lo que imaginamos. La adicción a los ecosistemas digitales suele crear irritabilidad, tal como lo describes en tu relato, y otras afecciones. Lo malo es que los padres no lo concientizan y están dejando pegados a sus hijos a los aparatos digitales a edades cada vez más tempranas. Lo comentaba pocos días atrás en un artículo que escribí en mi blog de Hive, en una iniciativa del doctor Emilio Ríos en Holos & Lotus, sobre Salud y Redes Sociales.

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