Me auto regalé un pedacito de cielo (este colgante) por el día del amor y la amistad; un trocito celeste estrellado, para recordarme la magia que llevo dentro, para recordarme que solo yo puedo bajarme las estrellas y que yo las merezco.

Lo compré en un impulso fugaz: lo ví, lo quiero, y yo raramente me dejo llevar por esos impulsos, pero ¿cómo negarme a ello? ¡Era un trocito de cielo!

Tiene cierta magia, cierto encanto; me hace sentir como el personaje de un cuento que lleva consigo un poderoso hechizo colgado del cuello. Ya pueden venir por mí los dragones que yo poseo estrellas; ya pueden venir mis demonios, que yo me alumbró el camino.

Quizá la locura me acaricia y se ríe, quizá es que en el fondo sigo siendo una niña, pero a fin de cuentas ¿acaso importa?

En el día de la amistad, me regalé un recordatorio de que me amo y de que ser feliz no es tan difícil si aprendemos a sonreír y a embotellar sonrisas para los días grises.

Yo seguiré disfrutando del pedacito de cielo que me he regalado y sonriendo por todos los sí que me he dado a pesar de los miedos y me seguiré bajando estrellas o creandolas si es necesario.

Ahora te pregunto: ¿Cuando fue la última vez que te regalaste algo?

¡Feliz día del amor y la amistad!

Recuerden que ser un poco raro, diferente o loco, está bien y vale la pena.

_{Fotografías de mi autoría tomadas con teléfono redmi 9a.}