Tenacidad | Tenacity

Cristina abrió su primer negocio un poco antes de la pandemia. Las condiciones del país eran poco favorables en aquel momento, una escasez crónica hacía que los insumos desaparecieran de los mercados. A eso se sumaban las dificultades para conseguir gasolina, por lo que eran frecuentes los retrasos de los proveedores.

Pero nada de eso pudo contra sus deseos de poner una venta de especies y artículos de repostería. Estaba convencida que allí tendría éxito.

Y tuvo bastante razón, puesto que a los pocos meses de funcionamiento el negocio le estaba dejando buenas ganancias. Las mismas dificultades del entorno actuaron a su favor. La gente que no podía trasladarse al centro, por los problemas con la gasolina, hizo del negocio de Cristina su sitio de compras habitual.

Todo iba bien hasta que llegó la pandemia. Allí si no se pudo más. Las severas restricciones que pusieron las autoridades al tránsito de personas hicieron que la clientela cayera sustancialmente. De ese modo llegó el fin a la primera experiencia de negocios de nuestra amiga.

Cuando todo se normalizó Cristina volvió a apostar a la venta de los mismos artículos. Alquiló un pequeño local en una zona de la avenida bastante transitada. Ahora estaba mejor preparada, conocía a los proveedores y tenía una visión más amplia de las características del mercado.

Al poco tiempo el local se hizo insuficiente, la demanda de compradores superaba las posibilidades de almacenar inventario. Cristina entonces decidió buscar un local más grande, tenía que pagar bastante más en alquiler pero estaba segura que su clientela crecería todavía un poco más.

En ese nuevo local el negocio prosperó muchísimo, al punto que contrató a tres empleadas para la atención de los clientes. Además, el esposo renunció a su trabajo para alternarse con Cristina.

Durante unos dos años aquel negocio de venta de especies era ejemplo de una gestión eficaz. Pero a veces las cosas no salen tan bien como se han planeado. De pronto surgieron problemas familiares entre Cristina y su esposo, fue inevitable que se divorciaran. A falta de un mejor acuerdo optaron por liquidar el negocio. El esposo abrió una pequeña venta de especies en el mismo sector y Cristina, por su parte, también comenzó otro en una zona más alejada pero con mayor flujo de personas.

En el otro local las cosas comenzaron a funcionar bastante bien. Sin embargo, la lejanía tenía ciertos problemas, no le quedaba cómodo a Cristina para buscar al niño al colegio los días que le correspondía; ella y el esposo habían establecido un horario de mutuo acuerdo para repartirse esa tarea. Para resolver esta dificultad Cristina se compró una pequeña moto. Su mamá ayudaba en el negocio mientras ella buscaba al niño.

Todo iba bien en el nuevo sitio, el flujo de clientes era suficiente para compensar el costo del alquiler y dejar ganancias bastante razonables. Por eso me sorprendió un día en que fui a hacer unas compras y vi las puertas cerradas. Pasaron los meses y no supe más de Cristina.

Hace pocos días caminando por la avenida me di cuenta que habían abierto un nuevo negocio en un micro local donde tenían una venta de empanadas. Con sorpresa y agrado vi que era Cristina, intentando otra vez con lo que ya conoce, la venta de especies y artículos de repostería.

Conversando con ella me dijo que el otro negocio, aunque le quedaba muy lejos, era bastante rentable, pero se le presentó un problema de salud a su mamá y ella tuvo que dedicar tiempo a atenderla. No le quedó otra alternativa sino cerrar de nuevo.

Ahora que la señora se ha recuperado Cristina ha vuelto otra vez a empezar de cero, en ese pequeño espacio que le permite estar cerca de su madre.

Seguro estoy que con la experiencia acumulada y su inquebrantable espíritu emprendedor volverá a salir adelante.

Gracias por tu tiempo.

Fuente de imágenes. I II III.

Cristina opened her first business shortly before the pandemic. Conditions in the country were unfavorable at the time, with chronic shortages causing supplies to disappear from the markets. Added to this were difficulties in obtaining gasoline, which led to frequent delays from suppliers.

But none of that could stand in the way of her desire to open a shop selling spices and baking supplies. She was convinced that she would be successful there.

And she was quite right, because within a few months of opening, the business was turning a good profit. The same difficulties in the environment worked in her favor. People who couldn't travel to the city center because of gasoline problems made Cristina's shop their regular place to shop.

Everything was going well until the pandemic hit. That's when it became impossible to continue. The severe restrictions imposed by the authorities on the movement of people caused a substantial drop in customers. Thus came the end of our friend's first business venture.

When everything returned to normal, Cristina decided to try selling the same items again. She rented a small storefront on a busy avenue. Now she was better prepared, knew her suppliers, and had a broader understanding of the market.

Soon, the store became too small, as demand from buyers exceeded her ability to store inventory. Cristina then decided to look for a larger space. She had to pay considerably more in rent, but she was sure that her customer base would grow even more.

In the new space, the business prospered greatly, to the point that she hired three employees to serve customers. In addition, her husband quit his job to work alongside Cristina.

For about two years, that spice business was an example of effective management. But sometimes things don't go as well as planned. Suddenly, family problems arose between Cristina and her husband, and divorce was inevitable. In the absence of a better agreement, they decided to liquidate the business. Her husband opened a small spice shop in the same area, and Cristina, for her part, also started another one in a more remote area but with a greater flow of people.

Things started to go quite well at the other location. However, the distance posed certain problems. It was not convenient for Cristina to pick up her child from school on the days she was responsible for doing so; she and her husband had agreed on a schedule to share this task. To solve this problem, Cristina bought a small motorcycle. Her mother helped in the business while she picked up her child.

Everything was going well at the new location. The flow of customers was sufficient to offset the cost of rent and leave a reasonable profit. That's why I was surprised one day when I went shopping and saw the doors closed. Months passed, and I heard nothing more from Cristina.

A few days ago, walking down the avenue, I noticed that a new business had opened in a small space where they sold empanadas. I was surprised and pleased to see that it was Cristina, trying again with what she already knew, selling spices and baking supplies.

Talking to her, she told me that the other business, although it was very far away, was quite profitable, but her mother had a health problem and she had to devote time to caring for her. She had no choice but to close again.

Now that her mother has recovered, Cristina has started over again from scratch in that small space that allows her to be close to her mother.

I am sure that with her accumulated experience and her unwavering entrepreneurial spirit, she will succeed again.

Thank you for your time.

Translated with DeepL.com (free version).

Todos tus comentarios son bienvenidos en este sitio. Los leeré con gusto y dedicación.
Hasta una próxima entrega. Gracias.



Las fotos, la edición digital y los Gifs son de mi autoría.

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