Esta pregunta es de las que me parece más fascinante porque desde que alcancé la edad de los 19 años, que fue la edad donde comenzó mi verdadera «vida sexual», comencé a experimentar el sentir de mis gustos en la sexualidad, porque toda mi vida he sido demisexual pero no lo supe hasta que lo investigué, entonces, percibo el sexo de una forma muy diferente a como otra persona tal vez podría hacerlo.

¿Por qué digo esto? Simple, a mis 19, estaba entrando en la universidad, y como todos saben, esa es la época donde más uno hace desastres, generalmente bebíamos mucho en la facultad, siempre estábamos en fiestas, conocí muchísimas mujeres y por supuesto, las oportundiades para tener sexo no fueron escasas.

Sin embargo, del 100% de las veces que tuve oportunidad para tener sexo, solo aproveché el 5% de esas, porque simplemente no sentía conexión emocional con las personas del otro 95%, así que para mí, realmente el «tener sexo» es algo que no me gusta, no puedo simplemente intimar con alguien y hacer como que no nos conocemos, puede existir el deseo y las ganas de, pero siempre voy a querer quedarme dormido con esa persona, bañarme, dar besitos en la frente y cosas así que podrían asustar a cualquier persona que simplemente haya querido tener una experiencia carnal efímera.

Como dije aquella vez en un post donde explicaba lo de la demisexualidad, a mí siempre me tildaron de «dramático» por el hecho de involucrarme tanto emocionalmente, así que debo decirlo y únicamente como mi opinión personal, para mí el tener sexo es intimar de forma vacía y ya está, puede ser placentero físicamente, pero termina afectándome emocionalmente.

Aquí sí entramos en el tópico que me gusta; siempre he pensado que «hacer el amor» es lo que vemos generalmente en las películas, en las series, en todos esos materiales audiovisuales en los que podemos ver a una pareja intimando, muy despacio, descubriéndose mútuamente con el tacto, escuchando cómo las respiraciones comienzan a acelerarse, sintiendo como se eriza la piel y todo en perfecta sincronía para unirse y volverse uno.

Yo siento que el hecho de «hacer el amor» es todo el acto en sí, desde el «pre», que implica preparar el cuerpo para lo que viene, buscar de llevar la excitación al lugar más óptimo antes de comenzar el coito como tal para que todo salga como debe ser, que la humedad se encargue de evitar roces que puedan resultar incómodos, que el desespero por consumar el acto haga que el mismo sea totalmente inigualable y así poder alcanzar el clímax con total plenitud y seguridad.

Posteriormente, es afrontar el cierre con delicadeza, con besos tiernos, una siesta, abrazos fortísimos y palabras de cariño que reafirmen que el acto ha sido espectacular, es un proceso, como si de una obra de teatro se tratase, con su introducción, su desarrollo, su clímax y su desenlace.

El «hacer el amor» para mí es el hecho de vivir el proceso sin saltar ningún paso o ninguna etapa, es entender cómo funciona el sexo para tu pareja y buscar de atacar esos gustos y placeres, porque más allá del hecho de mi placer a nivel físico, soy una persona con un alma muy fogosa, y la gasolina que enciende esa llama es la plenitud de mi pareja; cada vez que veo a mi pareja estar satisfecha, estar disfrutando, estar retorciéndose de placer, me siento en la cúspide, por eso estudio específicamente las cosas que le gustan e intento hacerlas todas realidad.

Para nada, como ya acabo de dejar claro, el tener sexo es algo vacío, aunque amerite el hecho del placer que puede llegar a ser hasta instintivo del ser humano, pero no es para nada lo mismo que hacer el amor con alguien, a mi juicio son dos sensaciones diferentes.

Es hasta irónico que yo he sentido la conexión y plenitud emocional de hacer el amor incluso al tener sexo de forma agresiva o ruda, porque siento que forma parte de.