La Alberca y sus rincones con encanto

Perderse por las callejuelas de este pueblecito de la sierra de Francia es un ejercicio perfecto para lidiar con el estrés. Porque el estrés no puede deslizarse sobre las losas de piedra, ni tiene cabida por los pequeños senderos urbanos que bordean el riachuelo. Aquí todo es tranquilidad y lo mejor es olvidarse de ese otro mundo del ajetreo y dejarse atrapar por las sensaciones que nos traen los sentidos: el sol intermitente que se cuela por los claroscuros de las calles serpenteantes; la calma y el silencio, roto tan solo por los animales domésticos y el inicio de las tareas cotidianas, que, en estas alturas, todavía tienen algo de artesanal; la fragancia de los huertos y de los bancales floridos, al que se impone el del pan recién hecho reparten en un capacho... Placeres simples que traen instantes de felicidad.