Recuerdo a una prima en la etapa de la adolescencia, era gordita para entonces, incluso, más que yo. Nunca le hablaba de su peso, suponía que era su contextura, sin embargo, ella cuando podía me decía que yo estaba gorda y tenía pancita. Ahora voy a hablar de las caricias mixtas, las llamadas interesantes, que incitan a la burla, a darte una palmada de reconocimiento en el hombro y con esa misma mano empujarte al vacío. En mi primer trabajo como recepcionista, recibí una caricia interesante, yo siempre he sido puntual, llegar temprano a mi trabajo era mi prioridad, antes de la hora de entrada de ser posible. Ese primer día, el recepcionista saliente me dijo “llegaste temprano, eres responsable y puntual”, pero luego agregó “porque eres nueva, pero deja que pasen los días, que vas a llegar tarde, así son todas cuando comienzan.”

Las caricias interesantes son crueles e hirientes, está cargadas de sarcasmo y de mala vibra. Hace años, mientras le hacía la suplencia a un compañero de trabajo que había renunciado, me vi en la obligación de asistir a la celebración del día de las secretarias Yo no me acordé de la fecha, y como nunca, ese día fui en Jean, con una sudadera, sin maquillaje y me recogí el cabello en una cola. No estaba presentable, pero fui con el resto del grupo a celebrar en un Hotel de lujo y disfrutar de un almuerzo. La caricia interesante que recibí fue “si hay que elegir una reina, te vamos a elegir a ti”. Obviamente se trataba de una burla por mi aspecto, no estaba arreglada para la ocasión. Pero eso no fue todo, esa misma persona, se la dedicó a otra compañera de trabajo, le propinó muchas caricias interesantes, diciendo que si quería que le prestaran un traje de baño, se lo pediría a ella, un vestido, una blusa, en fin, ropa que nunca le iba a quedar porque esa compañera era gorda y ella pues…toda operadita.

De las caricias, aunque no las llamaba así, aprendí mucho de ellas. A las positivas, la abrazo y las recibo, a las negativas y a las mixtas, las esquivo y las alejo. Antes, me importaba mucho la validación de los demás, al punto de afectarme la omisión de un saludo. Ahora, pienso diferente, lo importante es saber qué hacer con esas caricias que no suman y darle la importancia a las que de verdad la tienen.