[ESP] Domingos de vacío: ¿Con qué eliges llenarlos? – El peligro de vivir 🍂

¿Qué opinan? ¿Habías leído o escuchado antes esa frase? Es una frase que nos regaló entre sus composiciones el cantautor argentino Facundo Cabral. Admite múltiples interpretaciones, pero el enfoque que tiene para mí, no es literal, no significa exponerte cada segundo a situaciones de riesgo vital. El contexto de la frase incluía el cómo él se encontraba presente ahí, gracias al resultado del amor entre sus padres, sin cuidados, eh.

Entre otras cosas, esa frase se paseó por mis pensamientos mientras meditaba el tema de este domingo… ¿El peligro de vivir es morir? ¿Por qué lo podemos concebir como “peligroso”? ¿Le tememos a la muerte?

La muerte es uno de los entes que forma parte de la denominaba por Viktor Frankl, "tríada trágica", junto con la culpa y el sufrimiento. La tríada trágica hace referencia a las principales situaciones límites de la existencia, que ponen a prueba lo que el ser humano es, sus decisiones y sus recursos, de especial importancia para realizar los valores de actitud. En siglos pasados, la muerte se concebía con naturalidad, posteriormente con los avances en las ciencias de la salud y la prolongación del promedio de vida humano, las sociedades iniciaron a considerar este tema un tabú, un tema ajeno a la vida, cuyo hecho resulta un “fracaso” de la medicina.

Desde la filosofía existencial, es imposible hablar de la vida sin hablar de la muerte y vicerversa, no son dos hechos contrarios o mutuamente excluyentes, ambos forman parte de la totalidad de nuestra existencia y negar la muerte es negar la vida. Martin Heidegger, define al individuo como un ser-para-la-muerte, donde esta es la posibilidad principal, abre la ventana para valorar todas nuestras probabilidades y es acicate para la acción responsable. Además, la confrontación ontológica con este hecho ineludible es una oportunidad para conectar con nuestro ser más profundo y focalizarnos en lo esencial.

Desde la psicoterapia existencial, se analiza como la muerte confronta al sujeto con diversos aspectos de su existencia, que de no ser afrontados adecuadamente pueden ocasionar psicopatologías por la ansiedad que genera la finitud de nuestro ser.

De mi infancia, no recuerdo exactamente la primera vez que me hablaron de la muerte… Recuerdo cuando falleció nuestra primera mascota, cómo nuestros padres nos ocultaron el hecho por un par de días para “evitar el dolor”, más bien, retrasándolo, pues era inevitable, yo tenía aproximadamente 4 años y no tengo registros de cómo lo afronté o qué me dijeron, si era un hecho que mi papá no quiso tener más mascotas. Recuerdo también cuando mi mamá discutía con nosotros y decía “¡Yo no sé qué harán cuando yo me muera!”, yo inmediatamente comenzaba a llorar porque no quería que se muriera, no comprendía que ella lo decía desde su enojo y luego le tocaba contenerme mientras me calmaba nuevamente.

Mientras crecía, varias muertes significativas para mí, fueron construyendo mi sentido de lo valioso de la vida y los recuerdos se volvieron refugios y continentes.

Mi acercamiento filosófico inició en el año 2015 durante la elaboración de un seminario acerca de la muerte para la cátedra de Psicología Médica, ahí conocí sobre la psiquiatra tanatóloga Elisabeth Klüber Ross, su descripción de las fases del duelo y terminé leyendo (por interés propio) gran parte de su libro “Sobre la muerte y los moribundos”, la conciencia de mi propia finitud se ampliaba enormemente… Luego en 2019, realizar servicio comunitario en la Unidad de Oncología y conocer la Logoterapia, fueron otros detonantes de mi curiosidad por cómo cada individuo afrontaba la muerte y los soportes emocionales que nos sostienen en el proceso de morir o como supervivientes. Incluso, terminé eligiendo un tema de tesis de pregrado en torno a esto.

En 2021, época post-pandemia, tener la oportunidad de formarme en Logoterapia y Análisis existencial y elegirlo, fue de las mejores decisiones de mi vida, pues en el arte de la medicina muchas enfermedades tienen raíces existenciales y al confrontarme como humano, como un ser finito, como un ser sufriente, como un ser espiritual, libre y responsable, he podido entablar conexiones profundas que alivian, acompañan y orientan a través de diversas situaciones adversas, que no solo le ocurren a un individuo ajeno a mí, sino que estoy en relación con alguien con quien comparto mi humanidad, vulnerabilidad, fragilidad y capacidad de interna de responder y elegir.

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❀ Un ejercicio para meditar… ❀

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