Saludos a todos los miembros de la comunidad, ¿cómo están? No hay dudas de que para muchos la pandemia supuso cambios importantes dentro de la cotidianidad así como la forma en que vivimos, es por ello que los términos ‘pre-pandemia’ y ‘post-pandemia’ se comenzaron a usar con tanta fuerza, haciendo referencia a ese punto de inflexión dentro de las sociedades alrededor del mundo que se vieron por completo superadas. A veces, me resulta complicado pensar en todo el tiempo que ha pasado, recuerdo que me enteré sobre el inicio de las restricciones a través del grupo general de WhatsApp que tenemos en la universidad para las personas de Derecho, donde se avisó que las clases iban a ser suspendidas… en ese momento me pregunté por qué no podrían haberlo hecho algunos días antes pues justo había presentado un parcial para el cual no había estudiado porque me había sentido terrible anímicamente, de hecho, tuve un ataque ansiedad después que salí del salón de clases.

La magnitud de la situación tomó desprevenidos a la gran mayoría, nunca me imaginé el necesitar una mascarilla cada vez que salía a la calle y que gran parte de mi tiempo iba a transcurrir dentro de los confines de mi casa. En el fondo me sentía feliz, tuve que lidiar con el sentimiento de la culpa porque sabía que personas se encontraban pasando por un sinfín de situaciones adversas como consecuencia de la pandemia, pero no se trataba de lo que estaba pasando en sí, sino de dos males que me han estado acompañando sin una invitación desde hace algún tiempo, depresión y ansiedad. Por aquellos días pasaba por uno de los puntos más bajos, había estado asistiendo a terapia con una psicóloga que me estaba enseñando a reconocer mis emociones y múltiples técnicas para manejarlas, pero de cualquier manera estaba sufriendo. Los niveles de energía que tenía eran muy bajos y no tenía ninguna motivación para intentar igualar el ritmo con el cual se movía mi vida, se sentía como si todo estuviese en movimiento mientras yo me quedaba atrás mirando a mi alrededor.

La pandemia en cierto sentido puso al mundo en pausa, me permitió respirar cuando me encontraba ahogada entre obligaciones que no estaba cumpliendo porque quería dormir y no despertar jamás. Es imposible para mí ignorar lo positivo que trajo a mi vida porque durante esa época de encierro aprendí a amarme, me pedí perdón por la forma en la que había estado tratando a mi cuerpo y hasta comencé una rutina donde me aplicaba crema humectante en las zonas maltratadas para darme cariño. Si los cálculos no me fallan, mi inicio dentro del alzamiento de pesas como ejercicio ocurrió como consecuencia de la creación de un grupo de personas de la comunidad por un carismático vecino que quería hacer algo durante su tiempo libre, ayudándome a caer perdidamente enamorada de esta actividad que se convirtió en fuente de motivación para seguir adelante, la verdad es que fue muy importante para mi proceso de sanación cuando necesitaba mejorar mi calidad de vida, incluso he dicho que me salvó.

Por supuesto, no todo es positivo. Pese a los cuidados que teníamos en casa para que no nos enfermáramos por COVID-19 como usar alcohol constantemente y nunca quitarnos el tapabocas cuando salíamos a la calle, mis padres comenzaron a presentar los síntomas a medida que pasaron los días hasta caer en cama. Estaba asustada, temía que como una cantidad considerable de personas a nivel internacional su situación empeorara porque a decir verdad no contábamos con los recursos económicos suficientes para afrontar todos los exámenes y cuidados médicos que se requieren, pero por fortuna no pasó a mayores, la neumonía que presentó mi papá fue lo de mayor gravedad. Por obvias razones asumí responsabilidades de las que usualmente ellos se encargan, les hacía la comida, iba a hacer las compras tratando de economizar el dinero comparando precios para rendirlo entre comida, medicinas, artículos de higiene personal…

Hubo momentos donde lloré sin poder evitarlo, es difícil ser fuerte cuando las personas a las que más amo en el mundo están en peligro por culpa de una enfermedad que estaba cobrándose la vida de muchos por las complicaciones que puede generar. Me mantenía en pie porque sabía que ellos me necesitaban, debía enfocarme en cuidarlos mientras al mismo tiempo intentaba cumplir con las tareas del hogar, no podía derrumbarme y hacía lo imposible por recobrar las energías, aferrándome al optimismo de que iban a mejorar. Es increíble como después de que pasan las cosas pueden llegar a sentirse incluso como si se trataron de un sueño, pero las placas en los pulmones que les hice a mis padres son indicativos de que ese peligro existió. No importa qué tan duro sea recordar pues todo lo que pasé sirvió como aprendizaje para crecer a nivel personal, aprendiendo que el amor es una de las fuentes de energía más grandes que tenemos y que la unidad es importante si queremos superar las adversidades.

Lo que me parece triste es que el mundo pareciera no haber aprendido sobre esa unidad y se sigue aceptando que se presenten situaciones donde estamos unos contra otros por circunstancias que necesitan empatía, el egoísmo fue algo que se pudo evidenciar durante la pandemia ya que existían muchas personas que sabía sobre la saturación de los sistemas de salud a nivel internacional, sobre todo su personal que se encontraba totalmente agotado por las olas de contagios que seguían presentándose, y de cualquier formas seguían haciéndose fiestas clandestinas. Todavía hoy luego de ver la cantidad de personas que perdieron la vida a consecuencia de esta enfermedad hay quienes se quejan por las restricciones que se crearon en un intento por minimizar los daños. Espero honestamente que no vuelva a repetirse una pandemia porque no estábamos preparados antes de la del COVID-19 y seguimos sin estar preparados después, al menos como sociedad.

Muchas gracias por leer mi publicación, espero que estén bien.

Me gustaría invitar a mis amigos @wesp05 y @franzzonline a participar.

Las fotos son mías, tomadas de mi teléfono Redmi Note 5. Edité la portada en la página de Canva.