Hay fuertes tormentas en la vida que te golpean tan fuerte que te debilitan y te dejan sin fuerzas para continuar.
Hay momentos que te roban la paz, la alegría, el humor y el buen sentido de la vida, que lo más provocador es tirar la toalla.

En esos momentos duros, siempre nos preguntamos dónde encontraremos la fuerza para seguir adelante.
Levantar los ojos al cielo debería ser siempre nuestra primera opción. De lo alto viene nuestra ayuda y nuestra pronta asistencia en medio de toda tribulación.

Cuando miramos a Dios, abandonamos nuestra arrogancia y orgullo, y reconocemos que nuestra fuerza para seguir adelante en la vida viene de Dios.

En las tormentas emocionales que azotan el matrimonio, la familia y las relaciones humanas, debemos reconocer que sólo Dios nos da la fuerza para superar todas estas dificultades y poner nuestra confianza en Él, para que después de la tormenta venga una gran calma.

De la misma manera, cuando las cosas no van bien en los negocios, las finanzas y los emprendimientos, entonces poner nuestros ojos en Dios permitirá que nuestra ayuda y fortaleza provengan sólo de Él. Dios siempre nos fortalecerá, nos ayudará y extenderá su mano derecha para librarnos en medio de cualquier situación que quiera robarnos la paz y quitarnos las fuerzas para seguir adelante.

Debemos fortalecernos siempre en Dios y en el poder de su fuerza.