Desde algún lugar del planeta, de cuyo nombre no puedo acordarme.

A la orilla de un largo sendero y sentado en el suelo está nuestro hidalgo caballero, con su espalda encorvada y sus largas piernas encogidas, quedando su cabeza entre las rodillas. Más parece un saco de huesos que un ser que ha luchado las más heroicas batallas.

Gimotea y solloza.

-Esta batalla no me la esperaba, me ha tomado por sorpresa. Jamás imaginé el cuerpo de mi amada Dulcinea, engullido por las fauces de ese enorme dragón que emprende su vuelo hacia quién sabe que inhóspitos lugares, llevándose consigo la razón de mi vida.

-No se me acongoje noble señor –replica Sancho desde la orilla del camino– que todo lo que sube baja, y lo que se ve lejano está más cerca de lo que parece. Levántese y averigüemos a dónde desciende ese maléfico pájaro.

El Quijote se levanta, asombrado por el optimismo de su fiel escudero, y se pone en marcha hasta la verja que los separa del sendero de donde partió la bestia que le arrebató a su doncella.

-Tal vez no pueda derribarte con las armas que me acompañan, ni mucho menos convencerte de que me devuelvas a mi amada, pero te juro que no descansaré hasta encontrar tu guarida, y entonces te la verás con mi alabarda.

Mientras el atronador sonido se va apagando y la estela dejada por la bestia se difumina en el cielo, una suave brisa acaricia sus rostros, trayendo nuevos bríos y esperanza para continuar otras batallas hasta volver a ver la adorable dama de la que han sido despojados.

Sancho se arremanga la camisa y levanta las armas del suelo, acomodándolas en su jumento.

-Señor, no sabe cuánto me alegra que haya usted dejado su negatividad y que haya recuperado la cordura y talante que le ha caracterizado y que le ha dado buen renombre. Avancemos con paso firme, sin prisa pero sin pausa, que el camino más largo es aquel que no se ha recorrido.

-Sabias palabras, mi estimado compañero. Si bien este día se nos ha ido de las manos, el mañana nos ofrece un futuro glorioso, donde hasta los sueños más inalcanzables se nos hagan realidad.

Entre automóviles y grandes edificios, ese día regresaron a casa ese par de soñadores, con la mirada puesta en un cielo despejado por donde ya no pasan vuelos, pero con el alma fervorosa y esperanzada de que un día no muy distante volverán a reencontrarse con Dulcinea.

CONCURSO DE MINICUENTOS DE LITERATOS: Cómo imaginas a Don Quijote y Sancho Panza en el mundo contemporáneo

Se participará con un minicuento de entre 400 y 600 palabras.

El minicuento debe ser una historia donde actúen Don Quijote y Sancho Panza en un contexto contemporáneo.