HISTORIAS GRABADAS A FUEGO. //

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Atesoro "recuerdos" que recargan mi alma de una forma mágica.

Transitando mi vida actual con una casi ceguera galopante y un bastón para reforzar el equilibrio, viajo para refugiarme en ellos y volver a verlos navegando entre miles de pensamientos.

Un día cualquiera de invierno, plantamos la carpa. Estábamos de mochileros, busca vidas, trotamundos, en el sur de Argentina, más específicamente en San Carlos de Bariloche. Nos salimos del pueblo camino hacia un cerro que nos habían comentado unos bohemios. Luego de andar y andar por la ruta, entramos en un terreno, saltando una vieja tranquera. ¡Al parecer privatizaron el cerro! y después de mucho caminar, y no verlo... encontramos un río rápido, bajada de agua de deshielo, y nos detuvimos a contemplarlo. El ruido del agua rodando contra el lecho de rocas, producía un increíble sonido y la dejaba ver pura y limpia. Nos enamoró. Como si fuésemos colonos hechizados, por aquel lugar, "nuestro rinconcito del paraíso en el mundo". ¡DIOS que Bello era el bosque y todo aquello! Sin pensarlo, echamos anclas y montamos nuestro humilde campamento.

Una noche, empezamos a sentir frío enserio. Ya estábamos preparados para tumbarnos y cabalgar sueño adentro, pero el frío no sé por qué, se encaprichó, no quería eso... y nos despabilaba, alejándonos de nuestra posibilidad de dormirnos. Le pegamos unos tragos a una botella de grapa, como para calentar el cuerpo. No sé quién apagó la vela que nos iluminaba y la arrinconó con su latita sobre el estuche de una guitarra.

La grapa hizo lo suyo y nos desmayó a los tres. Luego de un rato y con medianos intervalos se sentían ruidos como si algo o alguien rasguñara la lona de la carpa, y un ensordecido estruendo. ¿Cómo podía pasar eso? Luego todo retornaba a ese amable silencio dónde solo se escuchaba como nos arrullaba el pasear del agua de rio, aunque, muy sinceramente nos habíamos alejado un poco por eso de guardar distancia, no fuese que se envalentonara y creciera pechándonos de nuestro tranquilo y apacible lugar. Volvía a adormecerme y ahí estaba de nuevo ese rasguño en la carpa, nos incorporamos y nada, nadie quería salir y arriesgarse en un lugar desconocido, tierra adentro. Ya no sentíamos frío; nos dormimos, como negando lo sucedido, esperando que se evaporase como el tiempo en silencio.

Cuando la luz penetró nuestro espacio adueñándose y dando aviso de un nuevo día, mi cuerpo y mente me reclamaban que ya era tiempo, de investigar aquellos sucesos, mientras los demás redoblaban su esfuerzo por seguir durmiendo, desarmé mi improvisada cama y la guitarra que yacía acostada sobre el suelo, me estorbaba para acomodar lo que iba juntando y doblando. Quité la latita de paté dónde poníamos la vela que estaba sobre la funda y descubrí la punta del ovillo que iba a desmarañar todo aquello.

Resulta que la lata calentada por la vela derritió el fino plástico del estuche que cubría a la guitarra y dibujó una redonda y arrugada ampolla con una alargada y diminuta hendija por dónde se dejaba espiar el noble instrumento. Esto cortó dos cuerdas y de a una con intervalo de tiempo rasguñando el estuche por dentro y asciendo una explosión sorda al topar en su agónico recorrido hacia el final del mismo por su parte interior. Ese era todo el ruido que escuchamos y alteró nuestros nervios. Chau historias de terror y extraterrestres.

Abrí la ventana de la carpa y no podía creer lo que estaba viendo, era como salido de un cuento. Mis ojos no podían dar crédito a tanta belleza magníficamente expresada. La nieve blanca inmaculada cubría el suelo y pájaros de colores sacudían sus lomos, liberándose, del peso del polvo blanco que la suave brisa depositaría en el suelo, los pinos de un color verde oscuro se adornaban con los copos de nieve, los pajaritos comunicándose entre ellos, unas liebres marrones grisáceas distraídas intentaban correr dando pequeños saltos con sus cortas patas haciendo más mágico todo aquello. Desperté a mis compañeros en silencio para que ni el más mínimo ruido hiciese desaparecer algo de ese cuadro. Ahora éramos tres testigos de la suma de todo lo bello. Corrimos, abrir el cierre y salir para ser parte activa y contemplar en todo su esplendor, esas imágenes grabadas de los cuentos qué alguien nos leyó de pequeños mostrándonos ésas increíbles "ilustraciones", y sin embargo, ahí estaban. Corrimos fuera y nos paralizó la hermosura del cielo límpido, de un celeste intenso bordado magistral mente con nubes de humo blanco.

Esto sacó el niño que todos llevamos por dentro y nos pusimos a jugar perdiendo toda noción de cualquier sentimiento negativo que pudiera robarnos un instante de todo aquello. Nos arrojamos nieve, nos revolcamos en el suelo y hasta tuvimos nuestro muñeco...

"MÁGICO" tal cual apareció sin hacer ruido, así desapareció delante nuestro, el sol se llevó la nieve y las ramas de los pinos que por su peso casi besaban el suelo volvieron a su postura, las liebres corrieron los pájaros se volvieron imperceptibles y el bosque volvió a recobrar su aspecto.

"Hoy" levanto mi vista nuevamente hacia el cielo y con una sonrisa se los agradezco. Solo partieron primero y a su tiempo, cuando los tres estemos juntos de nuevo viajaremos, a más no ser con nuestros pensamientos. Como en esta historia grabada a fuego y almacenada en el baúl de mis vívidos recuerdos...

Hasta la proxima y solo hasta la proxima mundo.

I treasure "memories" that recharge my soul in a magical way.

Going through my current life with a galloping near blindness and a cane to reinforce my balance, I travel to take refuge in them and see them again navigating among thousands of thoughts.

On any given winter day, we planted the tent. We were backpacking, looking for lives, globetrotters, in southern Argentina, more specifically in San Carlos de Bariloche. We left town on our way to a hill that some bohemians had told us about. After walking and walking along the route, we entered a field, jumping an old gate. Apparently they privatized the hill! and after much walking, and not seeing it ... we found a rapid river, meltwater runoff, and we stopped to contemplate it. The noise of the water rolling against the bedrock, produced an incredible sound and let it see pure and clean. We fell in love. As if we were bewitched settlers, by that place, "our little corner of paradise in the world." GOD that beautiful was the forest and all that! Without thinking, we dropped anchor and set up our humble camp.

One night, we started to get really cold. We were already prepared to lie down and ride a dream inside, but the cold I don't know why, it became infatuated, it did not want that ... and it awakened us, distancing us from our possibility of falling asleep. We glue a few drinks to a bottle of staple, as if to warm up the body. I don't know who blew out the candle that illuminated us and cornered it with its tin on a guitar case.

The staple did its thing and knocked the three of us out. After a while and with medium intervals there were noises like something or someone scratching the canvas of the tent, and a deafening roar. How could that happen? Then everything returned to that friendly silence where we could only hear how the river water lulled us, although, very honestly we had moved away a bit so we kept our distance, lest it become emboldened and grow up, begging us for our quiet and peaceful place . I fell asleep again and there was that scratch on the tent again, we got up and nothing, nobody wanted to go out and risk in an unknown place, inland. We no longer felt cold; we fall asleep, as if denying what happened, waiting for it to evaporate like time in silence.

When the light penetrated our space, taking over and warning of a new day, my body and mind claimed that it was time to investigate those events, while the others redoubled their effort to continue sleeping, I disarmed my makeshift bed and the guitar that lay Lying on the ground, it got in my way to accommodate what I was gathering and folding. I removed the tin of pate where we put the candle that was on the cover and discovered the tip of the ball that was going to unravel all that.

It turns out that the tin heated by the candle melted the thin plastic of the case that covered the guitar and drew a round, wrinkled blister with a long and tiny slit where the noble instrument was allowed to peek into. This cut two strings and one at a time with a time interval scratching the inside of the case and raising a dull explosion when it hit its agonizing journey towards the end of it on the inside. That was all the noise we heard and it jolted our nerves. Goodbye horror stories and aliens.

I opened the window of the tent and could not believe what I was seeing, it was like out of a story. My eyes couldn't believe such superbly expressed beauty. The immaculate white snow covered the ground and colored birds shook their backs, freeing themselves from the weight of the white powder that the gentle breeze would deposit on the ground, the dark green pines were adorned with snowflakes, the little birds communicating with each other. they, some distracted greyish brown hares tried to run with little jumps with their short legs, making it all more magical. I woke up my companions in silence so that not the slightest noise would make something of that painting disappear. Now we were three witnesses to the sum of everything beautiful. We ran, open the closure and go out to be an active part and contemplate in all its splendor, those recorded images of the stories that someone read to us as children showing us those incredible "illustrations", and yet there they were. We ran outside and were paralyzed by the beauty of the limpid sky, of an intense sky blue masterfully embroidered with clouds of white smoke.

This brought out the child that we all carry inside and we began to play losing all notion of any negative feelings that could rob us of a moment of all that. We threw snow at each other, rolled on the ground, and even had our doll ...

"MAGICAL" as it appeared without making a noise, thus it disappeared in front of us, the sun washed away the snow and the branches of the pines that by their weight almost kissed the ground returned to their position, the hares ran, the birds became imperceptible and the The forest regained its appearance.

"Today" I look up to the sky again and with a smile I thank you. They only left first and in due time, when the three of us are together again we will travel, unless it is with our thoughts. As in this story burned down and stored in the trunk of my vivid memories ...

Until next time and only until next world.

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