La leyenda de agapito.

Es una persona de estatura media, delgado y más bien con un aspecto bien desaliñado, con un traje elegante, pero lleno de polvo qué tiene jirones por todos lados, una mancha de mostaza por aquí y otra mancha de salsa por allá, una camisa que se supone de color blanco, pero que con el paso del tiempo se ha tenido más bien de un color amarillento, unas manos con dedos huesudos y delgados que lo hacen ideal para tocar el piano, unos dientes parejos y grandes cómo granos de maíz y tan amarillos como el color del mismo. Su nariz bastante prominente, alargada y huesuda le daba el aspecto de un buitre. Sus zapatos desgastados y manchados con tierra, completan todo el aspecto de este personaje.

Le conocían por el mote de agapito, pero en realidad su nombre era Miguel, el mote se lo habían puesto porque siempre se les acercaba a todas las personas para ayudarlas con sus bolsas o compras cuando venían del mercadillo, dandole sentido a su apodo, pero obviamente las personas escapan de él por su tenebroso y horripilante aspecto, qué asociaban como parte de un demonio de los aquelarres qué se celebraban por aquellos días.

Miguel en realidad era un gran artista, tenía una habilidad muy especial para dibujar y darle vida a todo lo que plasmaba sobre un lienzo. El asunto con todo esto es que sus creaciones eran tan oscuras y macabras como su aspecto. Y no porque fueran obras que de por sí eran figuras grotescas de demonios y seres infernales con dagas y bebiendo sangre de copas, sino que su habilidad especial era que cada una de sus pinturas hacían vivir las más terribles pesadillas a quién las mirara.

En una ocasión hubo una niña que por accidente miro una de sus pinturas asomándose por la ventana de su casa, y al presenciar una pintura de un ave huesuda que llevaba por los aires una oveja que aparentemente se había raptado, la niña enseguida empezó a sentir que esa misma ave la perseguía todos los días y cada vez que salía de su hogar, dejándola sin opción de vivir una vida normal, pues el resto de las personas a menos que hubiesen visto la misma pintura, no sufrían de este mismo estado paranormal. La criatura existía y no era producto de la imaginación de las personas que habían mirado el cuadro, tampoco eran el resultado de un hechizo o una brujería, si no simplemente eran el producto de la habilidad de agapito, qué usando su Don ponía todo el amor para atraer a todas las criaturas del averno a este plano.

Y es así como el mito de agapito fue cobrando fama cada vez más en las distintas regiones y espacios de La colmena.

Yo solo soy un cronista qué se encarga de contar y recopilar las historias, quedan ya ustedes avisados de estos sucesos por si acaso se llegan a tropezar en esta cadena de bloques con alguna de las pinturas de Miguel agapito, tengan cuidado no sea que vayan a sufrir las más terribles pesadillas de toda su vida.