Había una vez una villa de hadas, un maravilloso lugar donde convivían las criaturas mágicas en un rinconcito del bosque.

Habitaban allí hadas de todo tipo. Estaban las hadas del rocío, las hadas de luz, las hada arcoiris, las del agua y las del aire, también las hadas gruñonas y las de caramelo.

Todos tenían sus habilidades que les facilitaban sus tareas y sus preciosas alas que les permitían volar. Todos menos Chispita.

Chispita era un hada joven y muy audaz. Tenía grandes habilidades mecánicas y podía inventar cosas rápidamente y siempre estaba dispuesta a ayudar. Pero se sentía triste y vacía pues la naturaleza no le había dado sus alas.

Chispita pasaba la mayor parte del día quejándose y lamentándose por no tener alas. Tanta era su aflicción, que llamó la atención de la gran hada protectora, esa hada que nos cuida de todo mal.

Una tarde la gran hada protectora vino a su casa, era un bello hongo que Chispita tenia como una tacita de plata, con todas las comodidades ya que ella misma fabricaba sus muebles y decoraciones.

-Gran hada protectora, ¿a qué debo el honor de su visita a mi humilde hongo? -* dijo la dulce Chispita sorprendida por la visita.

-Vine a hablar contigo sobre tu tristeza y la obsesión con las alas que no tienes- respondió el gran hada protectora con firmeza.

-Pero gran hada, yo siento que es muy injusto que no tenga mis alas cómo todos los demás- replicó con lágrimas en los ojos la pobre Chispita-

-La ambición de tener lo que no te corresponde, esa rabia y tristeza que concentras en tu alma y las ganas de ir en contra de la naturaleza, son un poderoso enemigo del que necesito protegerte. No te das cuenta que si sigues cultivando esos sentimientos negativos terminaras volviéndote un hada oscura y malvada. Te privas de disfrutar la vida solo por ese rencor que llevas dentro y no te permites disfrutar los otros maravillosos dones que la naturaleza te ofrece- le explicó el hada con impotencia para hacerla entender antes de que pasara lo peor.

Chispita se quedó pensando toda la noche, se dio cuenta que era mucho más ágil corriendo que todas las demás hadas de la villa. También podía imaginar y crear grandes inventos y tenia la capacidad de compartir y ayudar a los demás.

Al final de esa semana fue la gran asamblea de las hadas de la villa. Y todas se reunieron para conversar sobre los trabajos que hicieron durante la semana. Cuando le llego el turno de hablar a Chispita les dijo a todas:

-Hermanas hadas, después de una larga conversación con el gran hada protectora, he decidido dejar atrás mi lamento por no tener alas. He descubierto que todos tenemos magia en nuestro interior y es de sabios descubrir como usarla correctamente, mi lamento no me dajaba utilizar esa magia poderosa para ayudar a la villa-

Todas las hadas comenzaron a aplaudir y casi inmediatamente un resplandor rodeo a la pequeña Chispita y aparecieron 2 preciosas alas en su espalda.

La pequeña Chispita fue recompensada por su humildad y al aprender la lección liberó su magia y brotaron sus alas.

Fin