SIN PELO

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(Edited)

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Paso todos los días en el mismo barrio
ya que trabajo y vivo en el mismo sitio durante todo el año,
67 viviendas llevo a mi cargo
siendo los días muy parecidos,
por los días siempre eran buenos días con sonrisa llana,
por las tardes a quién decía
eran buenas tardes,
y por las noches eran unas buenas noches y hasta mañana si Dios quiere.

El ascensor era fuente de conversaciones monosílabas que no decían nada,
excepto cuando aparecía el calor, el frío o la lluvia que ya pasó sin que pasara.

Un vacío piso se quedó en la sexta planta por alquilar, como portador de la llave y el encargo
le enseñé a un interesado doctor el lugar amablemente,
una clínica el dermatólogo en el 146 de la calle París quería explotar,
varias veces vino a ver,
pero se quedó la consulta de la calle Urgel sin saber si todavía ella está.
Al bajar la última vez con él,
¿como te llamas?,
Alejandro, le remarqué,
soy el doctor, "ya no me acuerdo del nombre" , me dijo,
al final me quedo en la calle Urgel,
¿cuánto tiempo llevas trabajando?
¿te conocen por el barrio?,
le respondí mucho y bastante bien.

Alejandro, un trato te quiero hacer,
y mirando fijamente mi cabeza,
¿desde cuando no tienes pelo?
de muy joven ya tenía falta de él,
me examinó mientras bajábamos y así me dijo:

Ven cuando te llame a la consulta y siguiendo estas indicaciones
quizás podamos recuperar el cabello,
no te costará ningún dinero,
pero tienes que ser estricto
con lo que te ordeno.

Dos veces por semana
y una hora en sus días
estarás con un masaje en buenas manos,
por la mañana y en ayunas
agua con ajo,
por la noche tienes que dormir en arcilla,
es decir en la cabeza una mascarilla de barro.
y cada día antes de dormir
una ducha activa,
y cuando por la calva el agua corra
tienes que darte toquecitos breves y rápidos.

Este es el trato Alejandro me dijo,
objetivo que vuelva a nacer pelo donde las raíces aún no han marchado,
tú, presumiendo en el trabajo y en el barrio de cabello,
y yo, mi consulta llena
por que los demás quieran seguir tus pasos.

No perdía nada y a todo dije sí.

Comenzó el tratamiento,
¡Por Dios!,
estirado en aquella camilla,
aquella relajante música
casi a oscuras,
y en mi piel
aquellas suaves manos deslizandose
una y otra vez
hasta acabar en mi cabeza con los dedos sobre ella temblando,
bendito martirio de una hora
en el que solo sentía
el placer de un ángel coronado.

Por las noches con el barro en la almohada,
por las mañanas despertaba la garganta el ajo
y una ducha eléctrica antes de acostarme,
donde mi cabeza era golpeada con las manos.

Así más de un mes...
uno de los días después de la sesión angelical me llamó el doctor a consulta,
me preguntó si era serio en mi disciplina
y con una lupa algún fino pelo sobre mi cuero empezó a ver,
así que todo lo dio por bueno,
había que seguir otro mes.

De repente a las citas ya falté,
y de la calle U|column1|column2|column3|
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rgel y de aquella clínica me alejé.

Me avergonzaba seguir
sin coste alguno estar entre aquellas manos que despertaban mi ser,
decidí no declarar mi amor a su bella dueña
y sin pelo... volví a estar con mi mujer.
Así acabó mi consulta,
sin saber si el doctor... de mi parte pacientes tuvo alguna vez.

Relato propio.
Fuente de la imagen:

https://www.istockphoto.com/es/foto/joven-hombre-calvo-tocando-sus-cabeza-ojos-cerrados-gm1053574618-281493124
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