10 sencillas reglas para usar un autobús en el centro de Caracas

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El servicio de transporte público caraqueño, ese mito urbano que ni es servicio ni es transporte, opera gracias a las reglas mágicas de la inercia. Es un atropello ambulante que nos somete a las más crudas pruebas del destino mientras usted va rezando el padre nuestro y encomendando su vida a San Cristóbal, patrón de los conductores, a ver si de paso se apiada y encamina a esas almas perdidas frente al volante.


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Desde el asunto del efectivo para el pasaje hasta la pulcritud del forro de los asientos, pasando por la humillación de los cobradores y la salsa baúl retumbando mientras el que va a su lado corea toda la canción, ingresar a un autobús desde Petare rumbo a la Pastora (y viceversa) es casi jugar a la ruleta rusa.

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Los autobuseros son dueños del asfalto, amos de la anarquía y maestros de la viveza y la trampa (con mínimas excepciones). En la camionetica usted está expuesto a robos, maltrato, golpizas, trancas, manifestaciones y aumentos a capricho de la directiva de la línea, del chofer, del colector y del vendedor de tostoncitos.

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A continuación les ofrecemos un decálogo elemental, pero muy útil, para que usted llegue a su destino a tiempo, o al menos ileso:

1.- Olvídese del distanciamiento social: acérquese a la parada o a donde quiera y entréguese al bululú (palabra muy caraqueña que identifica a la muchedumbre)

2.- Al grito de guerra “vamos vaciaos” que empuñan los colectores así la unidad venga a reventar, déjese llevar por el gentío y acceda al autobús como un rockstars movido sobre los brazos de sus seguidores

3.- Una vez dentro, sentado, parado, guindado del pasamano o flotando desde una de las puertas, permita que el viento golpee su rostro y le devuelva la sonrisa así sea forzada, disfrute del smog y la velocidad y coree a todo pulmón alguno de los infaltables éxitos de Paquito Guzmán o Frankie Ruiz.

4.- Si no carga efectivo porque su banco de confianza hoy no abrió, las colas lo arrojaron a veinte kilómetros del cajero, o simplemente anda sin billetes sueltos, empújese hacia atrás y no haga contacto visual con el muchacho que cobra, que lo debe andar cazando.

5.- Una vez dentro de ese reguero de sardina en lata déjese sobar. No tiene escapatoria y si a ver vamos, en el vaivén de las avenidas ahuecadas usted va haciendo bailoterapia, biodanza, taichí, capoeira, reiki y recibe masaje terapéutico gratis. En la misma medida del cuidado orgánico, va gozando de las bondades de una sauna.

6.- Afine el oído e intégrese al chisme. Uno de los entretenimientos favoritos de caraqueños y caraqueñas es meterse en la vida ajena. Apiñados en ese armazón de lata, alguien delante o detrás de usted a juro lleva una noticia bomba que quiere compartir.

7.- Súmese a las masas. Para evitar peores contratiempos como acabar en una reyerta barriobajera en esa incomodidad, dele la razón a los que hablan a favor o en contra del gobierno, siempre que esa parcialidad sea la mayoría.

8.- Con tapaboca, guantes, lentes oscuros y frente a frente, suelte un piropo bonito a ese o esa que se esconde detrás del antifaz. Usted no sabe si en el fondo está chévere, tiene plata y anda buscando.

9.- Remánguese los objetos que le cuelgan, deposite sus bienes más preciados dentro del sostén, guarde el celular en la parte frontal interna de su pantalón. No es egoísmo o misticismo tibetano: es que a alguna gente también le interesan sus posesiones materiales.

10.- Si nadie lo ve, sobre todo el colector, bájese corriendo y haga el amague de que quería pagar. A fin de cuentas ellos deberían pagarle a usted por subirse a ese esperpento.

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Todas las imágenes son propias, edición de la imagen destacada
sobre foto propia con el siguiente agregado:
Alas de pegaso

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Gracias por llegar hasta aquí para ver y leer, pero sobre todo para reirte con nosotros de la realidad de la vida!



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Muy buen post

Y es cierto, a veces hay que reirse de la realidad que nos toca😄😄😄

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Bastante interesante y válido para todos aquellos que vivimos en una gran ciudad. Tomando notas igual para cuando vaya a conocer la capital de la República. Gracias por compartir amigo @caracasprin

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Una manera de ver y entender la realidad con cierto gozo, para no morir en el intento, gracias por tu comentario

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Cruda realidad del transporte, saludos.

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