Reflexiones (in)necesarias 084: "Aprender a escuchar nuestras tristezas", por bonzopoe

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Vivimos una época de positivismo tóxico, o sea una época en que el exceso de positivismo puede ser un problema, y una de sus manifestaciones más comunes y evidentes es la frustración cuando los deseos se enfrentan con la realidad.

Cuando todo mundo te dice que eres especial, que tienes derecho a todo (y de hecho te lo mereces todo) y que puedes lograr cualquier cosa que te propongas, y las cosas no resultan así, nos inunda una gran y profunda frustración, seguida por cuestionamientos a nuestras capacidades e incluso nuestra identidad.

Porque si todo lo que nos rodea nos dice que todo lo podemos, y al final no es así, la realidad es que no pensamos que el mundo está equivocado, que está mal, sino que pensamos que nosotros lo estamos. Y aquí se presenta muchas veces otro problema: la evasión, la negación, la minimización de las penas, porque darle importancia a ello es ser negativo, o al menos eso nos hace creer la sociedad, y en algunos casos puede ser cierto, pero no siempre.

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En un esfuerzo por estar "bien", ignoramos nuestros pesares y pretendemos estar bien de verdad, como si eso fuera suficiente para estarlo. Porque si bien todo mundo quiere estar con gente alegre, positiva, capaz; nadie quiere estar con alguien triste, apesadumbrado, incapaz. Hemos satanizado tanto lo negativo, que pretendemos que no existe y pasamos de largo de ello. Pero lo negativo no se va porque lo ignoremos, sigue allí, y la mayoría de las veces aumenta.

Hemos olvidado que la luz y la sombra son parte de lo mismo, y que de hecho se complementan para dar sentido a los que nos rodea. Imaginemos un mundo sin sombras, en el sería imposible distinguir la forma de los objetos, y lo mismo podemos decir de un mundo sin luz, en el simplemente no podríamos ver los objetos.

Nosotros somos iguales. Somos lo que somos por la mezcla de lo positivo y lo negativo que hay en nosotros. No podemos valorar la felicidad sin conocer la tristeza, ni entender el amor sin el desamor, y es esa dualidad de la vida y nuestras experiencias lo que nos permite darles su justo valor.

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Hemos aprendido, en buena parte porque el entorno nos ha orillado a ello, a ignorar nuestros sentimientos "negativos", hemos olvidado como escuchar a nuestras penas, nuestras tristezas. Somos como esas personas enfermas que ignoran sus síntomas con la esperanza de que eso los desaparezca por arte de magia, y se curen mágicamente.

El dolor físico es indicativo de un padecimiento, de que algo está mal en nuestro cuerpo, y para poder desaparecerlo, tenemos que empezar por poder reconocer, a través de ese dolor, que nos pasa; si no podemos, o sabemos como hacerlo, será mucho más difícil desaparecerlo, o mitigarlo.

En el caso de nuestra salud emocional las cosas funcionan igual, si no podemos interpretar nuestra tristeza, nuestra pena, será más difícil desaparecerla, y para entenderla, y comprender que es lo que nos pasa, necesitamos escucharla, justo lo contrario a lo que nuestro entorno nos induce a hacer.

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Este no es un proceso sencillo si nunca lo hemos practicado antes, y en este mundo de sobreabundancia de positivismo, y donde todo lo tenemos a la mano, fácil y rápido, desarrollar tolerancia a la frustración se hace difícil, porque hemos eliminado muchas de nuestras pequeñas frustraciones, pero no hemos podido eliminar a las grandes.

Por ejemplo hemos podido eliminar el cortejo, y todos sus posibles sinsabores, gracias a las apps de citas, pero no hemos podido eliminar el tema de los apegos y los vacíos emocionales que nos dejan. Hemos eliminado el esfuerzo en muchas actividades, gracias a la inmediatez que nos permite la tecnología, pero ello no ha eliminado nuestra necesidad de darle sentido a nuestra existencia.

Sin darnos cuenta hemos eliminado mucho de lo que nos hacía fuertes, y nos daba sentido. El esfuerzo, la perseverancia, la reflexión, la paciencia, la autocrítica, están más débiles que nunca, y eso no nos facilita el crecimiento personal. Curiosamente mientras más comunicados estamos, nos aislamos más y más, y mientras más conocimiento tenemos a nuestra disposición nos hemos vuelto más ignorantes e intolerantes.

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Las penas no va a desaparecer de nuestra vida porque ahora todo sea más fácil e inmediato. Lo material puede que se haya acelerado exponencialmente en nuestras vidas, pero lo inmaterial, que es, o debería ser, lo que realmente importa, sigue ahí como centro de nuestra existencia.

Imaginemos que queremos ser ebanistas, y elaborar los muebles más preciosos del mundo, pero en vez de aprender desde cero la talla de la madera, porque es muy engorrosa y frustrante, encargamos por servicio de mensajería piezas previamente talladas. Eso nos permitirá crear buenos muebles, pero limitará nuestras posibilidades, y si no nos llega una de esas piezas, o se nos rompe, no sabremos que hacer. Ahora imaginemos que en vez de muebles hablamos de nuestra vida, y entenderán mejor a donde quiero llegar.

Tenerlo todo fácil nos hace un poco más inútiles en cierto sentido, o por lo menos más dependientes. Y no está mal el ahorrarnos tiempo si sabemos como hacer las cosas sin esos maravillosos atajos que nos da la tecnología, pero hoy día muchos no saben como vivir sin esos atajos, sin esas facilidades, y al menor problema sencillamente no saben que hacer. Nos falta como generación una mayor madurez emocional, pero nadie se preocupa en proporcionárnosla, ni el entorno, ni el gobierno, y muchas veces ni nuestra propia familia.

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Los problemas que enfrentamos debido a esa falta de madurez son muchos, y enumerarlos aquí sería estéril, pero una de las muchas soluciones que podemos echar a andar, es dejar de evadirnos y reconectar con nuestras tristezas tanto como lo hacemos con nuestras alegrías. Nuestras penas pueden grandes maestras si las dejamos enseñarnos, y si para ello necesitas ir a terapia, adelante, todo lo que te ayude a entenderte mejor es bien recibido.

Aprendamos a escuchar a nuestras tristezas y prestemos un poco menos de atención al ensordecedor entorno y todo los que quiere hacer creer, que no todo es cierto, y seremos un poco mejores personas, con nosotros mismo y con los demás. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.




©bonzopoe, 2024.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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Estoy de acuerdo con tus reflexiones, antes solía pensar en positivo y decir las típicas frases positivas cuando alguien esta atravesando un mal momento. Con el tiempo aprendí que no hay nada mejor como dejar salir las emociones y no reprimirlas porque puede ser peor. Cuando nos sentimos tristes, enojados, felices o demás hay que dejarlas fluir.

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Totalmente de acuerdo contigo, a veces 'echarle porras a alguien' (animarlo) cuando pasa un mal momento es lo peor que podemos hacer, incluso podemos hacerlo sentir culpable de sentirse mal, cuando a lo mejor eso es lo que necesista, sentirme mal un rato, sacar todo ese sentimiento para luego poder seguir adelante.
Muchas gracias por comentar y saludos desde México.

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Me gusto la expresión, con la que abres la publicación: "Vivimos una época de positivismo tóxico", completamente de acuerdo. No entiendo como la gran mayoría de la gente cae en esta trampa del optimismo ingenuo, que se constata a cotidiano.

Saludos

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Un gusto verte por acá amigo @nenio, y totalmente de acuerdo contigo. ¡Saludos!

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Me gustaron mucho tus reflexiones porque me parecieron profundas, sinceras y desapasionadas. Estamos envueltos en la cultura de lo inmediato, y ciertamente la tecnología es una cosa que nos ha facilitado mucho la vida en algunos aspectos, pero en otros, nos ha vuelto funcionalmente inútiles; y en estos tiempos modernos, la mayoría de la gente no es reflexiva ni consciente y ha dejado de lado el crecimiento y entendimiento personal. ¿Qué ha cambiado en esencia en los últimos 50 años? Muchas cosas, pero en cuanto a las grandes inquietudes existenciales, nada ha cambiado, siguen allí en todos nosotros y deberemos lidiar con ellas siempre. Ser positivo todo el tiempo, no funciona, como tampoco funciona ser negativo todo el tiempo, la clave es el punto medio, creo yo.

Felicidades por un escrito tan excelente!!!

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Muchas gracias por tus amables palabras y que bueno que te haya agradado el post. Un abrazo y saludos desde México.

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