Casilla de quintería

Vista de unas casillas de quintería con los campos al fondo, y más allá la sierra. Tradicionalmente, residían en este tipo de casillas manchegas, alejadas del núcleo urbano de los pueblos, agricultores y jornaleros mientras "andaban de quintería", es decir, durante el tiempo que duraban las distintas cosechas, o durante los días laborables, en otras épocas del año. De este modo no debían perder el tiempo en desplazarse a diario hasta las fincas, en una época en la que apenas había automóviles en las áreas rurales. La fisonomía era la misma que las casillas de las huertas, con planta rectangular, construidas con muros de tapial, con tragaluces y ventanas pequeñas, tejado de dos aguas de teja curva, chimenea y poyos en el interior, y pozo en el exterior. Pero diferían en el tamaño, pues, lógicamente, las de quintería eran más grandes, pues debían albergar muchas más personas y animales, y a veces terminaban constituyendo verdaderos complejos.