La Diáspora y el vecindario

Mis vecinos se van para Estados Unidos, se van por México, como decimos por acá cuando el paso no va a ser con las medidas legales pertinentes. Dejaran atrás 42 años de su vida, sus animales, sus plantas, sus recuerdos, su casa. También nos ofrendan un vacio mayor a la calle, a la urbanización, llena de viviendas mudas. Superamos el Covid, nos dio a todos en la cuadra, solo una muerte de los 18 infectados, pero lo más difícil de superar, la diáspora, no podemos, allí si no hay medicamentos ni tratamientos. Es el mal de todos los males y pasa impune delante de nuestras caras, obviamente la gente no se muere físicamente, mas dejan una estela de añoranzas y nostalgias difíciles de superar.

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Dice un famoso refrán venezolano ¿Quién es tu hermano?... el vecino más cercano, pues tampoco estará, en Venezuela hay edificios enteros vacios, con los pasillos a oscuras, callados ante la penumbra del distanciamiento. El virus ha dejado muerte en núcleos familiares completos ciertamente, mas la diáspora ha afectado a todos sin distinción, habrá sin Covid pero no hay familias sin diáspora.

La vecindad se adormece, las casas cerradas, el miedo entre los que quedan por las que están solas, ya no se escucha el perro del vecino, o su carro llegando a su hogar o las risas de los niños, es una tristeza inexpresada, porque siempre les deseamos que les vaya bien, pero…y nosotros ¿los que quedamos?, es una suma de emociones. Luego vienen las fotos llegando a su destino, si hay reunión familiar pues viene alegría, si no la angustia de: fulanito ¿pasó? Se va quedando mustio el hogar que un día los albergó, se comienza a perder la pintura, secar las plantas, deteriorar la cerca y sigue su mal la diáspora ya no solo humana o animal también a la estructura física del vecindario.