Tocando la fibra sensible

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(foto: Ver fuente)

TOCANDO LA FIBRA SENSIBLE


Me contaron mis hijos sobre un día en que fueron para el cine, ellos dos solos, a ver una función vespertina. Salieron del cine como a las cinco de la tarde.

Esa vez les pasó que, viniendo de regreso, se equivocaron de autobús y se quedaron en medio de la nada, sin más dinero para el pasaje. Para los que conocen el norte de Anzoátegui, Venezuela, los adolescentes se montaron en un autobús pensando que iba para Barcelona por la Vía Alterna, pero resulta que iba para San Diego. Se quedaron varados en la parada del hospital Razetti.

Tuvieron desacuerdos sobre qué hacer y cómo resolver el problema. Hablaron de caminar hasta la casa, pero era lejos y peligroso por cualquiera de las dos rutas posibles. Así estuvieron un rato, dándose golpes de pecho y echándose culpas, hasta que pararon un autobús y mi hija Laura habló con el chofer, echándole el cuento de lo que les había pasado. El chofer los trajo hasta la casa, sin cobrarles.

Una solución de sentido común, que me hizo recordar esta otra historia:

UNA TORTICA DE TRES HUEVOS

Una vez, mi hijo Samuel cumplía años
y mi esposa Rosa dijo que le iba a hacer una tortica.

No teníamos plata.
Pero ella aseguraba
que para la torta que ella quería hacer,
para los cuatro,
ella tenía ya los ingredientes,
sólo le faltaban tres huevos.
(ya antes había hecho
una tortica buena ,
con sólo tres huevos)

Salí yo a conseguir tres huevos
a las siete de la noche.
Los comercios estaban cerrados
o cerrando.

Yo iba con mi hija Laura,
quien para ese entonces tendría como catorce años.
Encontré un negocio que vendía huevos
pero sólo con pagomovil.
(Yo no tenía para hacer pagomovil)

Seguí caminando
y me di cuenta
que era la hora cero,
todos estaban cerrando.

Me devolví a hablar
con el dueño de los huevos,
el que sólo tenía pagomovil.

Le expliqué la situación.
Le dije que era para una torta
de cumpleaños
de emergencia.
Una tortica de tres huevos,
ahí, probremente...

El hombre me fio los huevos.
Misión cumplida, torta asegurada.

Laura me dijo:
"Papi... Yo nunca haría algo así".

Le dije: "Nunca digas Nunca"...

Laura y Samuel (1).jpg
Mis hijos, Laura y Samuel (foto: Amaponian)



Créditos del texto y segunda imagen: Amaponian Visitor (@amaponian)


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