Siempre existe una razón...


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Cuando uno calla o se aleja del exterior inmediato no es dejar de querer o de rechazo hacia los demás, tampoco es un acto de soberbia o ego.

Aunque resulte difícil de comprender para quienes comparten nuestro alrededor o nuestras vivencias.

Tristemente este accionar lo puedan asociar como desinterés u olvido de parte del quien necesita un retiro, tanto sea emocional, físico y hasta espiritual.

Donde la realidad es que uno solo intenta ir hacia su interior para recobrar fuerzas y dar la valoración exacta hacia sí mismo,

Pues el amor y el querer debe nacer desde nuestro interior para poder convalidar que estamos predispuestos a querer o amar con la misma intensidad que debemos amarnos.

Quien no logra cuidarse y amarse, jamás puede amar al prójimo dado que somos la fuente inicial desde donde se inicia un largo camino, el cual no se mide por el rigor del tiempo.

Pues se estima en la capacidad de cuando uno desea vivir y no por el hecho de permanecer como una estadística en un calendario marcado por años de existencia.

Lograr ponerse en el lugar del otro enaltece al individuo en la búsqueda de lograr Ser,

Pero lo más importante es ponernos en el lugar exacto donde podamos vernos realmente.

Convalidando nuestra existencia con un propósito enaltecedor que es dar luz a quienes logren captar nuestra esencia sin el ánimo del yo puedo, yo lo sé, yo soy...

Pues siempre habrá una razón superior del porque actuamos así.

Y si esta situación genero cambios en nuestra manera de relacionarnos tal vez sea parte de un viaje hacia la sanidad interior que todo Ser debe emprender tarde o temprano.

Si se atrevió a conocerse más hacia si mismo, para lograr el cometido de todo individuo que es amarás a tu prójimo como hacia ti mismo...



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