Sueños del bosque

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Corto una flor, que me la regala el bosque, y una vez entre mi mano, empiezo a descubrir la magia que lleva impresa entre sus pétalos.

Salta un duende danzarín vestido de ropas verdes y zapatos cristalinos, y tras él un desfile de hadas cantan cantos que solo yo sé escuchar.

Viene un elfo con trompeta y tras él una sinfonía de rubias elfas aparecen, por las copas de los cedros se filtra para iluminar un brillante rayo de luna; y se revuelve feliz entre los bellos colores de un radiante arco iris que se asoma, y entre el techo de mi bosque se van encendiendo despacio un hermoso ramillete de estrellitas amarillas.

Vinos verdes y rosados, entre copas del cristal de las gotas del rocío, lo trajeron en barriles de madera otro ejército de duendes vestidos de mil colores; suena un vals, y cada uno busca a una hada y la invita a bailar y se besan abrazados, es noche de amor de luna, y se acercan entre otros, lobos, musas y hechiceras.

Como se engalana el bosque, música de ruiseñores y luciérnagas que alumbran con sus pancitas alegres, ahora rompen la piñata y miles de estrellas fugaces saltan, regalando mil deseos y todos desean alguno; fiesta entre la madrugada y el alba y hasta alguna pelea de dos duendes por una de las pícaras haditas, pero todo se resuelve cuando aparece la más bella hada madrina y con su varita mágica los pone a bailar de nuevo.

Y yo, recostada a un gigantesco roble me voy quedando dormido con los efectos del vino de mi imaginación de cuentista.



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6 comments
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Hermoso. Fui niño y adulto a la vez con este relato. Gracias por el deleite, y el vino.

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Admiro mucho su imaginación. Me recordó el poema "Bosque de música" de Vicente Gerbasi

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